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La razón era simple. No me quedó más opción que estar acá en este instante.

Me encontraba rodeada de gente que en algún momento conocí, como esa típica frase de "extraños que conozco muy bien". Me sentía fuera de lugar. Era yo en una habitación inmensa cubierta de voces opacadas por el estruendoso sonido de la música. En mi mano se hallaba un vaso de plástico rojo — el típico de las fiestas americanas — relleno con un poco de jugo de naranja. Ni siquiera lo había servido yo. Un amigo había insistido en que me sirviera algo siquiera, aunque este no fuera alcohol. Estaba sentada en uno de los sillones de la sala, al lado de una pareja que pareciera que no se hubieran visto en cinco años. Lo más inesperado que podría ver este día, pues al chico lo conocía desde los siete años y era el más calmado, tranquilo, dócil, sumiso y obediente de todas las clases.

Definitivamente sumiso no le pertenecía como característica por ningún un lado.

¿Y cómo había terminado en estas coordenadas geográficas?

Pues..., ¿se acuerdan que no tenía planes de vacaciones? Si... Bueno... Este... Estaba tan aburrida de estar encerrada en mi casa que le escribí a mi mejor amigo del colegio. Pablo y yo habíamos formado una amistad desde primero de secundaria. Nuestras mamás eran profesoras y siempre nos habíamos visto en reuniones desde infantes, pero no fue hasta que nos tocó el mismo salón que empezamos a conversar. Teníamos muchas cosas en común. En especial, nosotros amamos nuestra obsesión insana con los libros de Harry Potter y, en cuanto a su altura, él también era uno de los chicos más bajos del colegio. Durante cinco años lo vi crecer y ser un hermano más para mí. Éramos uña y mugre para todo, desde trabajos del colegio hasta para ir a las reuniones de nuestros amigos.

El día que le escribí tenía la duda de hacerlo, hace dos meses completos que no hablaba con él y no tenía ni la menor idea de que era de su día a día.

...

"Holiii, q es de tu vida?"

Seis palabras que me habían demorado treinta minutos en pensar y en decidir apretar el botón de enviar. Pensé que no iba a responder mi mensaje ya que había pasado una hora y no había respuesta de él — Pablo siempre respondía al instante. Sin embargo, después de 20 minutos desde ese momento mi celular empezó a vibrar.

"Holaaa"

"Todo bien."

"Sorry por no contestar"

"No tenía mi celular a la mano"

"Q tal tu?"

Revise los mensajes en la bandeja de notificaciones y espere unos minutos para contestar. Es que no quiero parecer obsesiva. Y le respondí con un simple:

"Bien"

Y desde ahí empezamos a hablar más fluido, como si el tiempo no hubiera transcurrido y siguiéramos en secundaria. En medio de esta conversación dijo que iba a hacer una reunión en su casa y que iba a invitar a todos los de nuestro curso. Y por consiguiente escribió:

"Quieres venir?"

":)"

Me lo pensé muy poco y le respondí con:

"Yaaaa"

"Cuandoooo?"

Había estado esperando un plan desde hace siglos y para ese entonces solo me quedaba una semana para iniciar mi segundo ciclo de universidad. La reunión de Pablo tenía el propósito de despedir las vacaciones, era por ello que se realizaría el viernes antes del primer lunes de clases.

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⏰ Última actualización: Feb 21 ⏰

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