||Capítulo 5: La primera invitación||

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Un fuerte ruido en el techo sacudió mi cuerpo mientras dormía. Duermo en el piso de arriba de la casa. A los 15 decidí mudarme de habitación porque no quería estar tan cerca de mi hermana, la quiero si, pero no para soportar que entre a mi habitación cada que vez que quiera. Al menos aquí tengo más privacidad y la necesito. Soy hombre, que pena me daría ser encontrado resolviendo asuntos propios y personales.

Rezongo, y fatigado toco mis ojos con las manos pretendiendo despertarme en su totalidad, no sin antes darme cuenta que la habitación está completamente oscura, sin siquiera la luz de la luna iluminando desde la ventana como lo hizo alguna vez.

Ya levantado, me llegan pequeños recuerdos del sueño que acabo de tener, se hacen más claros mientras trato de recordar los escenarios.

"Recuerdo esa noche en el bosque, la noche de hoy, sólo han pasado 6 horas y casi amanece.
Su palpitar, su respiración, sus ademanes que expresan una seguridad inquebrantable al tocarme, la manera como maneja esa mirada seductora que me mata y juega con mis ganas de querer más. Su cabello, amo su cabello, estoy obsesionado con él, es tan lacio, limpio y oscuramente brillante. Sus piernas son las más blancas que he visto, y joder, le gusta que le tome por la cintura mientras le clavo los besos más intensos que antes alguien haya sentido. Estoy seguro que mi mente recreó lo que sucedió. Ahora tengo dos versiones de la historia, una real y la otra creada por mi subconsciente.
En esa parte del sueño al menos noté que lo disfrutaba más, porque lo último que me dijo fue que presionaba la parte inferior de mis labios al besarla. ¿O era la parte superior? No lo recuerdo."

Cómo sea, me parece curioso como surgió todo. Al principio, algo muy dentro de mi pensó que me rechazaría, pero con eso solo compruebo que le gusto, le gusto como yo gusto de ella.

Me decepcionaría de mí mismo si fuese capaz de decirme que solo fue una vez, y que no me haga ilusiones... Ella tiene que ser mía.

Entre tanto pensar, por poco olvido el motivo de mi despertar, y aunque debo admitir que quisiera que el motivo de mis desvelos fuese ella, realmente estoy despierto por aquel estruendo aparentemente proveniente del techo de mi habitación.

Salí por la ventana, la única que existe en este cuarto, trepé lo más que pude hacia el techo y logré observar como un enorme pájaro de alas grises y pico negro se reposaba sobre el grueso material de madera que cubre la casa.

Intento ahuyentarlo, pero sólo consigo chirridos de su parte. O eso era lo que oí al principio.

-Me llamo Nigel y soy tu guardián asignado. -dijo el ave como si fuese normal hablar para él.

-¡Genial! Ahora los pájaros de ojos saltones hablan, ¿Qué sigue? ¿Transformación en humanos? -bromeo hacia mis adentros.

Acto seguido, lo dejo entrar después de mí y este reposa su pesado cuerpo sobre la alfombra de lana que tengo en el suelo. Se queda dormido.

Mientras tanto yo no pude continuar durmiendo. Tomé mis apuntes, y empecé a leer algo relacionado con guardianes de brujas y hechiceros.

No encontré mucha información, pese a que no tengo el libro adecuado aquí. Debe estar en la biblioteca privada de papá.

Me inmiscuyo hacia la oficina del señor gruñón, tomando las mejores precauciones para no ser visto o escuchado.

-¡Mierda! Casi... Agf
Por poco y tiro el florero nuevo de mamá, me mataría si se entera que se rompió por mi culpa. Por suerte, no ocurrió.

Sigo caminando y llego al final de la casa. A veces odio que sea tan grande. Tomo el pomo de la puerta de espacio, pues este rechina por lo vieja que está, y lo giro.

Nuestras Noches NocivasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora