Capitulo II

282 18 14
                                    

El sol se filtraba tímidamente por las cortinas de mi habitación, anunciando un nuevo día lleno de incertidumbres. Como era de costumbre, mi alarma sonó a las 6:30 a. m., pero entre mis pensamientos caóticos y la falta de sueño, ni siquiera la escuché. La idea de unirme al equipo de baloncesto rondaba mi mente, y cada vez que cerraba los ojos, veía imágenes de mí misma haciendo el ridículo en la cancha.

Miré el reloj de mi mesita de noche y me di cuenta de que estaba a punto de llegar tarde. ¡Increíble! No solo tenía que enfrentar el primer día de práctica con el equipo de baloncesto, sino que también tenía que lidiar con mi falta de sueño y la urgencia de encontrar un conjunto presentable.

Me levanté de la cama con el cansancio pegado en cada músculo y me dirigí al armario en busca de algo que pudiera pasar como un outfit decente. Agarré el primer short que encontré y una blusa azul que, para ser honesta, me quedaba un poco apretada. No había tiempo para la moda o para evaluar si combinaba bien; simplemente necesitaba salir de casa antes de que el caos matutino se volviera aún más abrumador.

El espejo me devolvió la imagen de una chica con ojeras pronunciadas y el pelo revuelto en una batalla constante contra la gravedad. "Salvaje pero a la moda", pensé, recordando la excusa que le había dado a mi mamá la mañana anterior. Pero esta vez, ni siquiera podía asegurar que mi aspecto tenía algún toque de moda.

Descendí las escaleras con rapidez, tratando de evitar el sermón mañanero de mi mamá sobre llegar tarde. Al llegar a la cocina, me encontré con mi madre, quien me miró con una mezcla de asombro y preocupación.

—Kelly, ¿estás bien? Pareces... bueno, diferente —comentó, escudriñando mi atuendo.

—Es el nuevo look "estilo caótico". ¿No te encanta? —respondí con una sonrisa forzada, tratando de restar importancia a mi apariencia desaliñada.

Mi mamá suspiró, probablemente resignada ante mi falta de interés por la moda, y me lanzó una barra de cereal.

—No olvides comer algo más en la escuela. Y, por favor, intenta llegar a tiempo hoy.

Agradecí la barra de cereal con un gesto apresurado y corrí hacia la puerta, sintiendo la presión del tiempo sobre mis hombros. El día apenas comenzaba, y ya me enfrentaba a un desafío mucho más grande de lo que jamás imaginé.

Mientras caminaba hacia la escuela, mis pensamientos seguían girando en torno a la idea de unirme al equipo de baloncesto. La ansiedad se mezclaba con la falta de sueño. ¿Cómo me las arreglaría para encajar en un equipo sin tener idea de cómo jugar al baloncesto? Y, lo más importante:

¿Cómo iba a lidiar con un capitán de equipo guapo y popular?

Llegué justo a tiempo antes de que sonara la campana, un minuto más y habría estado muerta. Mis pasos resonaban en el pasillo mientras me dirigía a mi primera clase del día: Ciencias. Esta era una de mis materias favoritas, ya que me gustaba pasar el tiempo en el laboratorio creyéndome una científica.

Al entrar al laboratorio, me encontré con Annie, quien estaba ocupada preparando los materiales para el experimento del día.

— ¡Kelly, llegaste justo a tiempo! Hoy vamos a hacer un experimento increíble con ácidos y bases. ¡Estoy segura de que será genial! —exclamó Annie, con una chispa de emoción en los ojos.

Sonreí ante su entusiasmo contagioso y me uní a ella en la preparación. Juntos, mezclamos los reactivos con cuidado, siguiendo las instrucciones del libro de texto con precisión. Sin embargo, cuando llegó el momento de ver los resultados, las cosas tomaron un giro inesperado.

Nuestra mezcla empezó a burbujear y a emitir un vapor extraño, llenando el laboratorio con un olor penetrante. La maestra, la Sra. Gómez, giró la cabeza hacia nosotros con una mirada de sorpresa y preocupación.

Una Vida "Perfecta"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora