|Uno|

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Aegon junto con su dragón Balerion bajaron hacia lanza del sol, sede de la casa Martell, una melancolía pasó como viento en el, dado que su hermana y esposa,la reina Rhaenys pareció tratando de hacer arrodillar a Dorne. Se adentró hacia el castillo donde se encontró a la princesa de Dorne esperando en su castillo abandonado sentada en su propio trono. Meria Martell tiene ya ochenta años y sesenta gobernando a los dornienses, Estaba muy gorda, ciega y casi calva, con la piel cetrina y fofa. Argilac el Arrogante la llamaba el Sapo,Amarillo de Dorne, pero ni la edad ni la ceguera le habían nublado la mente.

Entonces Aegon, de tanto mirar a Meria Martell, no se había percatado que detrás de ella unos ojos oscuros se asomaban, como si fuese el mismo invierno.

—No lucharé contra usted —dijo la princesa Meria a Aegon—ni me prosternaré. Dorne no tiene rey y nunca lo tendrá.

Aegon se quedó mirándola un momento, y entonces sonrió.

—Está bien, princesa. Me agrada su valor, y también su honor, estoy dispuesto a mostrarle la misma consideración—Aegon volvió a mirar a aquellos ojos.

Meria Martell arqueó una ceja, y entonces se puso en pie, con una actitud arisca.

—Yo no doblo la rodilla ante nadie, mucho menos ante alguien tan cegado por su propia ambición como usted. Si intenta atacarme, tendrá más de lo que puede manejar. Podría permitirle que se retirara, pero no conseguirá someterme—su voz resonó en la sala—dorne ya derramó su misma sangre, Aegon.

Aegon clavó la vista en Meria, y una sonrisa fría cruzó su rostro.

—Me alegra que piense que soy un hombre claro, pero a veces la verdad puede ser dolorosa. Y la verdad es que Dorne no puede mantenerse indemne si se niega a mi oferta. Aquí tengo dos opciones: o rechazar mi oferta y morir, o aceptar y vivir—Meria Martell se río de sus palabras—no voy a dar marcha atrás en lo que deseo. Si me opone resistencia, no tendré más remedio que traer fuego y sangre.

—Ese es su lema —dijo la princesa Meria—El nuestro, «Nunca Doblegado, nunca Roto». Puede quemarnos, mi señor, pero no nos doblegaremos, ni nos quebrantaremos. Esto es Dorne y aquí no eres bien recibido, vuelve si quiere ser el siguiente como lo hizo su señora esposa.

Las últimas palabras tocaron el corazón del rey, dado que Rhaenys había caído en Dorne junto con su dragón.

—Ve y no vuela, mi hermana no tendrá piedad con ustedes—aquellos ojos oscuros, de los cuales Aegon había observado por unos momentos salieron detrás de Meria—Dorne no se doblega ante un falso Rey.

Aquella mujer que decía las palabras con el rostro frío, tenía el cabello tan negro como las tinieblas, ojos oscuros y la piel tostada por el sol implacable, vestía túnicas de seda oscura y fina, en el rostro pequeños adornos de esmeraldas y cristal, que se colocó al lado de Meria.

—Tyena no intervengas—dijo Meria—es un asunto que no te competen.

—Pero hermana...

Aegon al escuchar la palabra«Hermana» se quedó casi inmóvil, ya que pensaba que Meria no tenía una hermana bajo sus duras mangas. Entonces Aegon se dio cuenta que podría tener una ventaja, observó a Meria que estaba como una piedra al igual que sus palabras de no doblar la rodilla.

—No sabía que tenía una hermana, me lo hubiera dicho, así las cosas serian más fáciles desde un inicio y la sangre no se hubiera derramado—decretó Aegon—Meria, su desicion cae en usted.

—No hay nada que discutir, puede irse si lo desea, pero Dorne no caerá, ni con el fuego de dragón

—¡Ya la escuchó mi señor!—espetó Tyena—¡si quieres que seamos sus borregos no estas en el lugar indicado!

THE PASSION +18 |Aegon el conquistador|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora