Mi Epilogo

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Cuando comencé a ver a un especialista y se dio cuenta que me gustaba escribir, me dijo que podía usarlo como terapia: "Oye, escribe sobre ti, cuéntanos tu historia", pensé que era una excelente idea y con mi gran imaginación, creé múltiples formas de darle vida como novela, pero tuve tres problemas (siempre es tres).

Primero, aún no me sentía preparada para hablar de ello, hacerlo solo lo haría más real. Pasó un año y bueno, creí que al fin podría hacerlo, hasta le encontré un título, pero ahí viene el problema número dos, tenía demasiado dolor en mi interior como para encontrar un final feliz, aun cuando quería uno en mi vida, no sentía que la protagonista del libro lo mereciera, o más bien, creí que ella jamás podría ser feliz con todo lo que le había pasado. Aquí el problema número tres, traté de verlo desde el punto de vista de una escritora, y por muy ideal que fuera el final feliz, el triste está más de moda, así que me rendí, descarté por completo la posibilidad de escribir sobre eso, simplemente no sabía cómo hacerlo.

Pasaron los meses y de pronto me encontré escribiendo breves textos y poemas sobre mi dolor para mi clase de Escritura Creativa. Más que una historia, terminé mostrando un sentimiento, porque es lo que destaca en mi memoria mucho más que los hechos. Después de horas pensando lo bipolar que se ven todos ordenados en este libro, me di cuenta de que así debe ser, hay días en que escribo sobre miedo, dolor, lucho u optimismo, porque son las emociones que priman ese día, y no puedo simplemente agregar un final feliz, porque la vida no es así, en realidad no es un sube y baja de emociones, sino más bien varías que se pelean al mismo tiempo, y esas son las que más se repiten aquí. No puedo agregarle un final a esto como un libro, no hay un final para nada, la vida sigue, aunque deje de escribir sobre ella.

Procesando el DolorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora