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2019, Noviembre 14

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2019, Noviembre 14.
Corea del Sur, Seúl.

El sábado, todo el grupo nos habíamos congregado para grabar algunas escenas para el cortometraje que mi hermano y sus compañeros debían presentar para sus respectivas carreras. El ambiente estaba cargado de emoción y nerviosismo, cada uno de ellos inmerso en su papel, ya fuera delante o detrás de la cámara. Sin embargo, a pesar de la energía palpable que se notaba en cada uno, yo no podía compartir su entusiasmo. Mi mente se encontraba en otro lugar, atormentada por los recuerdos de mi encuentro con Lee Felix.

Las palabras hirientes del pecoso aún resonaban en mi mente, cada insulto y acusación clavándose en mi corazón como espinas venenosas. Me culpó, sin un poco de vergüenza, de «provocar» a su mejor amigo, simplemente porque iba a participar en el corto. En su estúpida mente, mi participación era un acto de seducción, una provocación. No obstante, la verdad era que solamente estaba ayudando a Jisung y sus compañeros. No había segundas intenciones, no había provocación.

Pero Felix no lo vio así.

En su ira, me había llamado de todo, desde callejera hasta puta, describiéndome como una «mala persona».  Cada palabra era como un golpe, cada acusación un cuchillo que se clavaba en mi autoestima. Nunca pensé que Lee Felix, de todas las personas, sería quien me hiriera de esa manera. Mis amigos no tenían idea de lo que ha sucedido, y prefería mantenerlo así para evitar conflictos innecesarios. Mis pensamientos fueron interrumpidos por el sonido de una claqueta, su sonido seco y contundente resonando en el aire. Un grito diciendo la palabra: «¡Corte!» de Hwang Hyunjin, uno de los directores, siguiendo al sonido efímero. Con un suspiro pesado, intenté alejar los pensamientos oscuros y concentrarme ahora mismo en el trabajo que tenía por delante. Porque después de todo, tenía un cortometraje que grabar.

Según me informó el castaño, algunos estudiantes de su antigua preparatoria nos iban a ayudar como «extras» para el cortometraje. Su presencia añadía un toque de autenticidad a la escena, sus uniformes escolares proporcionando un contraste visual con el resto del elenco. Los uniformes, con sus chaquetas grises oscuras y corbatas a rayas, eran una reminiscencia de los días de escuela, un recordatorio de la juventud y la inocencia.

Pese a estar en medio de todo, aún me sentía un poco perdida en cuanto a lo que estábamos grabando. Lo poco que tenía entendido sobre lo que mis ojos veían es que la trama del corto involucraba varios universos simultáneos, un concepto que todavía me resultaba un poco difícil de comprender. Empero, como le dije a Lee Minho, mi enfoque principal era aprenderme los diálogos y pronunciarlos correctamente. Eso logró que recuerde el consejo que él me dio una vez para mejorar mi actuación: «Lo más importante de la actuación, es entender a tu personaje. Tienes que conocer sus motivaciones, sus miedos, sus deseos. Tienes que ser capaz de ponerte en sus zapatos y ver el mundo a través de sus ojos». Por lo tanto, eso era lo único que me encontraba haciendo, concentrándome en mi personaje y dejando que el resto fluyera. Al cabo, me hallaba aquí para actuar, no para resolver los misterios del universo.

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