Parte 1

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En una noche donde las estrellas titilaban en el cielo como testigos mudos, Elena caminaba por los jardines de la Luz, su vestido blanco flotando alrededor de ella como un halo de pureza en la oscuridad. Mientras tanto, en las profundidades de su reino, Damien se erguía en el balcón del castillo de la Oscuridad, observando el mundo con ojos llenos de un anhelo inexplicable.

En el silencio de esa noche, el destino comenzó a tejer los hilos invisibles que unirían a estos dos seres opuestos. Elena, con sus pasos ligeros, sintió una extraña atracción hacia la frontera que separaba la Luz de la Oscuridad. Un suave susurro en el viento la guió, y sin entender completamente por qué, siguió el llamado.

En el castillo de la Oscuridad, Damien bajó del balcón con una expresión indescifrable en su rostro. Algo en la brisa nocturna le llevó el perfume de la fragancia de Elena. Intrigado y cautivado por esta sensación desconocida, se aventuró hacia el límite de su reino, donde las sombras se encontraban con la luz.

Fue en ese punto de encuentro, en la frontera entre ambos reinos, donde Elena y Damien se encontraron por primera vez. La luz de Elena iluminaba el camino ante ella, mientras que la oscuridad que envolvía a Damien parecía danzar a su alrededor. Sus miradas se cruzaron en un instante, y en ese momento, el mundo entero pareció contener la respiración.

El frio subió por la espalda de Elena al sentir un par de manos acariciar sus muslos. Giro sobre sus talones y la palma de su mano se estrello en la mejilla de un hombre alto y robusto.

—Solo me estoy divirtiendo nena. — Dijo arrastrando las palabras. A penas podía estar de pie y el olor a alcohol simplemente emanaba de su piel.

—¿Qué te hace pensar que yo lo estoy disfrutando? — La sangre le hervía pero debía controlarse puesto a que el lugar en el que estaba no era el mejor para armar un escandalo. 

—Vamos únete a nosotros, —Tiro del brazo de Elena haciéndola chocar contra su cuerpo sudado. 

—La dama ya ha expresado su deseo y no es estar entre tus brazos maldito ebrio. — Elena busco el rostro de donde provenía esa voz, lo había visto al llegar pero de lejos. Sus ojos azules hacían juego con la luz de la luna, su tez pálida parecía brillar, no sabía si estaba soñando o si ese hombre era real. 

Estiró su mano para tomar la de la dama y sacarla de los brazos de ese asqueroso ser.

 —Nadie te dijo que no te metas en lo que no te concierne. —Balbuceo aquel hombre.

—¿Deseas terminar el resto de tu vida en una celda en las oscuras mazmorras? —Se hizo el silencio por un instante. —Es lo que pensé. 

Su mano aún sostenía la temblorosa mano de Elena, sin mas que decir comenzó a caminar llevándola con él a algún lugar en la frontera donde esperaba no ser manoseada por algún otro ebrio. Tampoco conocía al hombre que caminaba frente a ella pero de alguna manera un tanto extraña se sentía segura. Pararon frente a un mercado de especias, todo ahí era de colores neutros, no entendía como podían vestir siempre esos colores tan apagados.  

—¿Quién eres tú? —preguntó Elena, con la curiosidad brillando en sus ojos.

—El señor de la Oscuridad —respondió él con voz profunda, revelando solo un destello de la tormenta que yacía en su interior.

—¿Qué te trae por aquí señor de la oscuridad? — Articuló con tono burlón.

Damien se acerco rápidamente colocando su rostro en el hueco del cuello de Elena dejándola sin aliento. 

  —Esa fragancia. — Aspiró el aroma que emanaba su piel —, Me está enloqueciendo.

Puso las palmas de las manos sobre los prominentes pectorales y le dio un pequeño empujón alejándolo de su espacio personal. 

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⏰ Última actualización: Feb 23 ⏰

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In the shadows - En las sombras©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora