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Solo.

Se encontraba sentado en su banco favorito del parque que estaba frente al edificio de las Naciones Unidas. Eran las 2 de la mañana y lo único que el podia escuchar era el ruido del agua golpeando sobre su paraguas. No había nadie esperándolo ni buscándolo. Estaba solo.

El aire salía como vapor por su boca. Su pierna se movía frenéticamente y no pensaba frenar para descansar. El país llevó una mano a su bolsillo y sacó su celular. 0 mensajes.

Lo volvio a guardar sin echarle otro vistazo y miró el gran edificio. Pocas luces estaban encendidas, probablemente eran oficinas de países o organizaciones muy apegadas a su trabajo, no como el en los últimos dos meses.

Prendió su cigarro tapando la punta con sus manos para que el frío viento de invierno no apague el fuego. Dio una calada para luego soltar el humo. Oh...como lo calmaba. Lo calmaba de sus pensamientos, de la realidad.

¿Qué carajos había pasado?

Ya no tenia familia, amigos ni pareja...todo estaba echo ruinas para el. Ya no iba a las reuniones, no hacía su trabajo. Estaba perdido.

Sus rodillas estaban rojas e inchadas

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Sus rodillas estaban rojas e inchadas. ¿Cuánto tiempo había estado arrodillado en el suelo del baño?. Ya no lo sabía. Su garganta ardía, más bien quemaba. Y sus ojos ya no podían derramar más lágrimas.

Llevo una de sus manos al botón del inodoro y lo presionó. Alejó su cara cuando el agua se llevó su bilis. Ya no había comida, solo era ácido estomacal. Bueno, no ácido estomacal en sí pero sabia que estaba mal.

Hace 1 mes empezó a sentir las consecuencias de su constante vómito. Sin Rusia se le hacía demasiado complicado el hecho de no expulsar cada comida que ingirió. Aunque ya casi no comía. Estaba destrozado.

Se levantó con dificultad y fue hasta el espejo. No tuvo el valor de verse en el. Agarró su cepillo dental y lo inundó de dentífrico. El sabor a menta en su boca hacia un extraño contraste con el ácido que sentía anteriormente.

Cuando salió del baño pasó directo al sofá ignorando la pila de documentos que tenía por terminar. Cada vez quedaba menos espacio en la mesa para sus papeles. ¿Los iba a completar? Claro que no.

No tenia las fuerzas para hacerlo.

[...]

Caminaba a paso rápido. Su postura demostraba superioridad. La espalda recta, la barbilla levemente levantada y sus caderas moviéndose al ritmo de sus pies, su cabello peinado con poco gel para esa increible apariencia; la figura que muchos temían estaba volviendo a la luz. Las veces que se lo veía así no indicaban cosas buenas. En las "charlas" sobre sus guerras emanaba ese mismo sentimiento el cual, países con anteriores conflictos con Estados Unidos, lo conocían a la perfección. Los ataques de pánico suelen empezar con los recuerdos de Estados Unidos caminando hacia la sala de reuniones.

Detrás de las paredes (RusAme) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora