Padre de familia

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Murad Yildiz.

"Narra Murad Yildiz"

—Voy a volver a viajar —avisé a Nilufer, mi esposa. Su sonrisa se desvaneció, no le había gustado mi anuncio. Le dio al bebé a Meltem, la niñera de Erkan y le ordenó que se retire.

Cuando la chica salió, Nilufer volvió a prestar toda su atención en mí mientras reía sin gracia.

—No puedo creerlo, Murad —habló, indignada— tu hijo acaba de cumplir su primer año de vida, ¿y ahora resulta que te largas?

Endurecí la expresión de mi rostro por su atrevimiento al cuestionarme y gritarme. Yo era el hombre de la casa y me debía respeto. Además, había diferentes formas de hablar con las personas, no necesariamente tenía que gritar ya que no éramos animales.

—Nilufer, baja la voz. No me gusta tu comportamiento. Últimamente estás gritando demasiado y temo por los niños. No quiero que aprendan este tipo de conducta. Debes ser una buena madre para ellos y darles buen ejemplo.

—No me hables del buen ejemplo, eres el menos indicado para hablar porque eres un padre totalmente ausente.

—Debo trabajar —repliqué incómodo pero en voz baja— no vas a crucificarme por cumplir con mi rol biológico. Yo hago lo que puedo para sostener a mi familia.

Negó con la cabeza y comenzó a llorar.

—¿Hasta cuándo vas a entender que tu familia es más importante que esa competencia ridícula que tienes con tu cuñado Emir?

—¿Cómo te atreves? ¿Acaso quieres que le deje todo? ¿Tan poca fe le tienes a tu marido? De una vez te digo que no voy a conformarme cobrando un simple cheque. Yo estoy hecho para ser quien gobierne los negocios de mi padre, no ese imbécil.

—Te vas a arrepentir, Murad, de perderte los mejores años de tus hijos, años que no volverán.

—¡Basta! —me incorporé— no voy a seguir escuchando tus quejas. Sabes muy bien que el deber me llama. Necesito encontrar a la mujer que mató a mi padre y no voy a descansar. Esta oportunidad es la única que me queda para destronar a Evliyaouglu.

—¿Son tus tíos? Sí, lo imaginé —dijo al ver que me quedé en silencio— tus tíos son los que te usan.

—Este es mi deber como hijo de mi padre —concluí— ya no hablaré del tema. Digas lo que digas no me vas a retener aquí.

—Está bien —se rindió— espero que cuando quieras pasar tiempo con tus hijos no sea demasiado tarde.

—¿Qué quieres decir mujer? ¿Desde cuándo mi esposa se ha vuelto tan resentida? ¿Desde cuándo, Nilufer?

—¡Desde que ya no me haces el amor! Ya ni siquiera me tocas cuando tengo la suerte de que llegues a dormir. Y eso que siempre te espero y me quedo dormida altas horas de la noche. Yo ya no tengo un esposo, solo soy una máquina de hacer bebés. ¿Es que estoy gorda? ¿Es que soy tan fea? ¿O acaso tienes a otra? ¿Cuál es la mujerzuela, Murad? ¿Cuál es la inmoral que te está apartando de mi lado?

—Ya te dije que no tengo otra mujer, tú eres la única mujer en mi vida. Eres mi esposa —intenté no ser grosero con ella y me acerqué para acariciar su mejilla— ya sé lo que quieres, pero puedes pedirlo, no hace falta que tengamos un conflicto. Si quieres que te toque, solo dímelo, ¿sí?

Asintió y su boca formó un tierno puchero.

—Tengo miedo de que no regreses conmigo, tengo miedo de que te pase algo malo.

—Nada va a pasarme. ¿No te das cuenta de que lo único que quiero es darles una mejor vida a mis hijos? Luchar por lo que me corresponde no me hace una mala persona. Solo demuestra que no soy partidario de quedarme con los brazos cruzados al recibir migajas. Si mi padre estuviera vivo, sin duda las cosas hubieran sido distintas. Pero como mi padre está muerto y hay una tradición de por medio, era obvio que Evliyaouglu iba a hacer lo que se viniera en gana.(...)

la esclava rusa y el turco infiel.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora