Ep. 24. Huracán.

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Antes de que el rayo de luz se convirtiera en tormenta, ella era simplemente Klara Risinger, una niña judía con ojos llenos de sueños y una inocencia vulnerable.

Nacida en los albores de la Segunda Guerra Mundial, la infancia de Klara estuvo marcada por la sombra del horror, por los gritos de angustia que resonaban entre alambradas y la opresión inhumana de los campos de concentración nazis.

Fue arrancada de los brazos de su familia, separada de todo lo que conocía y amaba, y arrojada a un torbellino de crueldad y sufrimiento. Los días se deslizaban como sombras, fundiéndose en una pesadilla interminable de hambre y frío. Pero incluso en los momentos más oscuros, Se aferraba un débil resplandor de esperanza, un hilo de fe que se negaba a desvanecerse.

Fue ese destello de humanidad lo que llamó la atención de los científicos de Vought, aquellos que buscaban someter la voluntad humana a la voluntad de la ciencia. Para ellos, no era más que un sujeto de prueba, un lienzo en blanco sobre el cual pintar sus grotescos experimentos.

La inocencia de ella fue triturada bajo el peso de las agujas y las máquinas, su cuerpo sometido a torturas inimaginables en nombre del progreso. Los científicos la transformaron, la retorcieron y la moldearon hasta que ya no quedaba rastro de la niña que una vez fue. En su lugar, surgió algo nuevo, algo poderoso y terrible.

Stormfront nació en el crisol de la desesperación y la traición, una amalgama de dolor y poder. Pero incluso en su nueva forma, los fantasmas del pasado seguían persiguiéndola. Los recuerdos de los campos de concentración la atormentaban en sus sueños, recordándole constantemente quién era y de dónde venía.

A medida que los días pasaban en los laboratorios de Vought, Klara y Frederick Vought, el joven genio detrás del revolucionario compuesto V, encontraron una conexión inesperada entre ellos. A pesar de los horrores que rodeaban su existencia, encontraron consuelo en la compañía del otro. Frederick veía en ella no solo a un sujeto de prueba, sino a una persona, una alma que había sido desgarrada por la crueldad del mundo. Y Hannah, a su vez, encontró en Frederick una luz en medio de la oscuridad, un hombre cuya bondad y compasión trascendían las barreras impuestas por el horror que los rodeaba.

Con el tiempo, su relación evolucionó más allá de los confines del laboratorio. En los momentos de respiro, encontraban refugio en la calidez de sus abrazos, en las conversaciones que trascendían lo científico y lo profesional. En los ojos el uno del otro, encontraron paz en un mundo que parecía determinado a destruirlos.

Después de mudarse a Estados Unidos con su esposo como parte de la Operación Paperclip cerca del final de la Segunda Guerra Mundial, cuando el gobierno de los Estados Unidos acogió a los principales científicos nazis. Juntos, encontraron una vida tranquila lejos de los experimentos y los horrores del pasado. Se refugiaron en una pequeña casa en las afueras donde formaron raíces y adoptaron una hija, donde el tiempo parecía detenerse y los recuerdos dolorosos se desvanecían lentamente en la brisa suave del olvido. Por un tiempo, parecía que habían encontrado la felicidad que tanto ansiaban, un oasis de tranquilidad en medio del caos del mundo.

Pero el tiempo, implacable como siempre, siguió su curso inexorable. Mientras que Klara y su familia envejecían, el paso de los años apenas dejaba huella en ella, gracias al compuesto V que corría por sus venas. Fue entonces cuando la tragedia les golpeó una vez más, de una manera que ninguno de ellos había anticipado.

Con el tiempo, Frederick se debilitó. Hannah, incapaz de soportar la idea de perder al hombre al que amaba, se encontró atrapada en una pesadilla interminable de impotencia y desesperación, ya que el siempre se negó a dejar su humanidad, solo le prometió encontrarla en el mas allá. Y cuando finalmente Frederick cerró los ojos por última vez, Hannah se vio obligada a enfrentar una realidad cruel y despiadada: ella estaba destinada a vivir para siempre, condenada a ver a todos aquellos a quienes amaba partir antes que ella. Y así como la vida le arrebató a Frederick, también le arrebato a su hija.

En su dolor y sufrimiento, ella se aferró a la única constante en su vida: los ideales que Frederick había representado. Pero a medida que los años se deslizaban uno tras otro, esos ideales se tornaron distorsionados por la amargura y el resentimiento. La inmortalidad que una vez había sido una bendición se convirtió en una maldición, y la mente de Klara se sumergió en la oscuridad de la locura.

Obsesionada con la idea de poder y superioridad, ella encontró en Homelander, el líder de los Siete, un reflejo distorsionado de los valores que una vez compartió con Frederick. En él vio una encarnación de la fuerza y el poder que tanto anhelaba, una figura que podía llenar el vacío dejado por la pérdida de su amado.

Y así, en su búsqueda desesperada de significado y propósito, Klara se convirtió en Stormfront una vez más, esta vez más peligrosa y despiadada que nunca. En su corazón, la niña que una vez fue y el amor que una vez compartió con Frederick se perdieron en las sombras del pasado, reemplazados por la oscuridad y la obsesión que la consumían desde dentro.

La ira de Stormfront ardía con una intensidad feroz cuando Homelander rechazó sus avances, proclamando su lealtad a Black Noir. Aquello fue como una daga en su corazón, una traición que avivó las llamas de su furia hasta consumirla por completo. Se había aferrado desesperadamente a la esperanza de que Homelander llenaría el vacío dejado por Frederick, pero en lugar de eso, solo encontró más dolor y desilusión.

 En un giro retorcido de su mente fracturada, llegó a la conclusión de que la única manera de satisfacer su sed de venganza era eliminar a cada uno de los superhéroes que rodeaban a Homelander, aquellos que habían sido su familia.

Con cada paso que daba hacia la oscuridad, Stormfront se sumergía más y más en la locura. Cada vida que tomaba, cada gota de sangre derramada, solo servía para alimentar su sed de destrucción. Ya no era la niña inocente que una vez había sido, ni siquiera la mujer enamorada que había buscado desesperadamente la redención. Ahora era una fuerza imparable de caos y destrucción, un huracán de furia que arrasaba todo a su paso.

She wasn't a storm anymore, she was a god damn hurricane. (Ya no era una tormenta, ahora era un maldito huracán)

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⏰ Última actualización: Mar 03 ⏰

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A World Just For Us [(Homelander & Black Noir)]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora