Mi pecho subía y bajaba con intranquilidad. Pudo defenderse del rey misterioso pero la que tenía la última palabra era la reina.
-He tomado mi decisión. - Se paró del trono de plata y me dio una sonrisa enorme. - Tendrá un mes de prueba en la escuela de jinetes. Ingresará con los de primer año que ya lograron su vinculación. - Miro a los jefes con seriedad y exclamó por última vez. - Está bajo mi cargo. Cualquier acto en contra de ella, será contra su reina.
Tomó su vestido y junto con el príncipe que no me quitaba los ojos de encima, se retiraron de la audiencia, dejando los murmullos de la multitud detrás de ellos.
Lo logre.
Lo logre madre, me quedaré.
La gente comenzó a gritar. Insultarme. Forastera. Corrupta. Espía. Una sonrisa que no pude disimular se demostró en mi rostro, en cada rincón de mi cuerpo solo encontraba que había logrado la victoria.
Los guardias me tomaron de los brazos y me sacaron del lugar, cerrando las puertas detrás mío, dejando en completo silencio el caos que había adentro. Me guiaron hasta quedar con el príncipe de pelo blanco y mirada encantadora. De lejos era el príncipe encantador que bajaba todas tus defensas tan solo con una maldita sonrisa.
Si con una estúpida, insignificante y hermosa sonrisa.
-A partir de ahora me haré cargo de ella. Retirense. - Le dieron una señal de despedida y se alejaron de nosotros. - Un placer, Ember. Soy el príncipe Eirik y mi hermana me dejó a cargo de vos.
-Genial, tengo un niñero acá. - Sonrió ante mi comentario.
-No tan así, pero si prefieres tomarlo así. Seré tu niñero.
Esa sonrisa pícara. Esa sonrisa estaba generando un cosquilleo que no lograba controlar, en tan solo unos simples y tontos minutos. Eirik me llevó hacia mi nueva habitación. Era el doble de grande que el anterior. Tenía un ventanal increíble.
-Espero que te sientas cómoda en Noctivoro.
-Pues... - Trate de restar la distancia entre nosotros, sin quitarle la mirada. - Estás haciendo un excelente trabajo.
Me dio una sonrisa nerviosa y dio un paso hacia atrás. Miró a su alrededor, y me entregó un sobre blanco con un sello totalmente delicado y hermoso. En él estaba el nombre de la reina, Morana.
-Mi hermana estaba segura que lograrás quedarte. - Mis ojos volvieron hacia él, encontrándome una sonrisa tierna con hoyuelos dándole una linda compañía. - Quiere conocerte mejor.
-Gracias. Esto es demasiado para mi en realidad.
- Nos hubiera gustado recibirte mucho mejor. Pero... - solo le di un gesto para que entendiera que no hacía falta explicarlo. - En fin, nos veremos mañana.
Me dio una última sonrisa encantadora y se marchó. Junto su uniforme completamente negro pero con bordados de dragones en el pecho de color blanco. Cerré la puerta detrás mío con esa sonrisa de ilusión. Una que no había sentido en varios años, era ese cosquilleo por mariposas en el estómago que dejaba mis manos nerviosas. Un príncipe.
Enamorada de un príncipe de pelo blanco. Heredero de una corona.
Mi mente no terminaba de comprender el lugar en el que estaba mi cuerpo ahora mismo. En eso el sol se terminó de ocultar, el atardecer era aún más especial al observar como la nieve caía. Como si fuera en lentitud para apreciar cada uno de sus características.
¿Cómo estará mi hermano? Ya debió de haber llegado...
La cabeza no dejaba de dar vueltas a esa idea. Debió llegar.
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Noctivoro: Reino de dragones.
FantasiaNo tener un dragon es motivo de burla. No ser un jinete es muestra de debilidad. Pero ¿Qué significa, cuando no sólo tienes un dragon, sino tres dragones y los más poderosos de los cinco reinos? Ember deberá descubrir la relación que tiene Noctivo...