Capítulo 2: Sentimientos Que Hieren

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Eileen se levantó con determinación del lado de la cama donde había tenido la tensa conversación. Al acercarse a la ventana, la lluvia golpeaba suavemente los cristales —no se había percatado con anterioridad que había empezado a llover—, reflejando el caos interno de su corazón. Al mirar hacia afuera, sus ojos se encontraron con los de Azael, quien permanecía observando todo desde su casa, había salido al porche de esta con una taza de café en mano y una sábana alrededor de sus hombros, parecía una figura enigmática, cual largometraje de terror.

Una retadora mirada se intercambió entre ellos, cargada de palabras no dichas; promesas de odio y venganza que flotaban en el aire.

Decidida, Eileen cerró la ventana con un gesto firme y apagó su móvil. La habitación quedó sumida en un silencio profundo, roto solo por el sonido de la lluvia y los latidos acelerados de su corazón.

Con cuidado, Eileen acomodó las sábanas alrededor de Sophie, quien aún dormía pacíficamente. Después de apagar las luces, se deslizó silenciosamente a su lado en la cama, buscando consuelo en la cercanía de su amada. El abrazo de la oscuridad las envolvió mientras Eileen cerraba los ojos, llevando consigo el peso de la verdad y la esperanza de un nuevo amanecer. La noche avanzó, con el reciente recuerdo de los susurros de emociones entrelazadas y el inicio de un capítulo incierto en sus vidas entrelazadas.

El sol de la mañana acariciaba la habitación mientras Sophie y Eileen disfrutaban de un tranquilo desayuno. Sin embargo, algo en el aire sugería una tensión latente, especialmente cuando Azael entró inesperadamente en la escena —era el novio de Sophie, y esta le había dado una copia de las llaves de su casa, además era adorado por los padres de esta, al fin y al cabo "era el hijo que no habían tenido" —.

Azael: (Mirando a Eileen y fingiendo no saber nada sobre la pijamada) ¿Qué haces aquí tan temprano?

Eileen: (Con calma e ironía) Me quedé a dormir con Sophie, y estamos teniendo un desayuno relajado, Azael. ¿Te gustaría unirte?

Azael, incapaz de ocultar su incomodidad, lanzó miradas celosas entre Sophie y Eileen. Pero esta última por el bien de su amada, buscó plática e intentó sosegar la incomodidad del ambiente. Mientras compartían historias y risas por los memes mañaneros, Sophie, ajena al conflicto subyacente, comenzó a notar la creciente tensión que Eileen había sido capaz de disimular en ella, pero no en Azael.

Sophie: (Con inocencia) ¿Todo está bien entre ustedes?

Azael: (Evitando la mirada de Eileen) Sí, mi niña, ¿por qué no habría de estarlo? Solo son los trabajos escolares, y debo hacer grupo con Eileen, es todo. No tienes de qué preocuparte.

Eileen: (Recogiendo los platos del desayuno y levantándose con afán) es sábado, y si dejamos de pensar en el trabajo estudiantil y salimos a caminar ¿quieren ir al mercado local? Vi que hay nuevas artesanías.

Sophie: (Levantándose con su cálida sonrisa) ¡Sí! Vamos, Bebé, ¿vienes con nosotras? Di que sí... —Dice tras poner un puchero en su expresión—.

Como buen novio, a pesar de los corroyentes celos, accedió y fue así que la jornada continuó con una visita al mercado local. Mientras Eileen y Sophie exploraban los puestos, Azael observaba desde la distancia; sus ojos reflejando una mezcla de celos y confusión.

La tarde los llevó a un parque, donde Eileen tomó su guitarra —que la había llevado por mera costumbre de músico, o eso decía ella— y comenzó a tocar una melodía suave. Azael, incapaz de contenerse, se acercó con un tono desafiante.

Azael: (Mirando fijamente a Eileen) ¿Desde cuándo eres tan talentosa?

Eileen: (Sonriendo) Siempre he tocado, Azael. Pero supongo que hay muchas cosas que no conoces sobre mí. Y por tus actitudes tan antipáticas y narcisistas, creo que logres hacerlo.

Hay Amores que Matan: Otros te Reviven...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora