Mis padres y yo fuimos directos al aeropuerto, ya que a mi padre le habían trasladado a otro país por temas del empleo. Ahora íbamos a vivir en Watchet, un pequeño puerto pesquero de la costa de Somerset. Su población es de 4400 personas, es un pueblo bastante pequeño. Yo estaba acostumbrada a las grandes ciudades; antes vivía en Londres.
Ahora todo iba a ser diferente, casa nueva, vecinos nuevos, instituto nuevo y compañeros nuevos. Yo soy bastante tímida y no se me suele dar muy bien hacer amigos.
Ya estábamos en el aeropuerto, casi llegamos tarde, saqué mi billete del bolso y se lo di a la chica del mostrador, la chica no era muy maja la verdad, ni siquiera nos miró cuando le dimos los billetes.
Entramos dentro del avión, a mí me tocó al lado de un hombre que dormía profundamente, y lo sabía porqué estaba roncando tanto como mi padre, y eso ya es bastante decir, mi madre y yo dormimos siempre con tapones en los oídos por el ruido.
Me puse los cascos de mi música favorita, la puse lo más fuerte posible sin llegar a dañarme los oídos, al cabo de unas tres canciones de cuatro minutos cada una el avión despegó.
Mi madre empezó a agarrar el asiento y a mi padre, al parecer con todas sus fuerzas, porque tenía miedo a las alturas, y estaba muy alterada. Tuvo que venir, durante todo el trayecto, una azafata apróximadamente cuatro veces para tranquilizarla, y aún así, no podía estar del todo relajada hasta que por fin se durmió.
Yo no pude dormir, nunca puedo dormir en los viajes, y eso que lo he intentado muchas veces y siempre me mareo.
Había una chica que estaba leyendo una revista de cotilleos, un hombre llevaba un periódico, pero al parecer se había quedado dormido mientras lo leía, había una niña que estaba dibujando su mano en un papel que en anterioridad su padre le había dejado.
Todo el mundo estaba entretenido menos yo, incluso mi padre que estaba hablando solo, lo suele hacer mucho, yo no sabía qué hacer, mi libro lo llevaba en la maleta y no lo podía coger, el disco de la música de mi MP3 se había acabado por segunda vez hacía ya un rato, menos mal que según el piloto solo quedaban 10 minutos.
Por fin aterrizamos, cogimos las maletas, y fuimos hacia la salida donde nos estaba esperando un chófer, al menos el chófer era más majo que la chica que nos atendió en el aeropuerto de Londres. El coche nos llevo hasta la puerta de nuestra nueva casa, por fuera era bastante mona, era de color beige, y tenía dos pisos. Entramos dentro de la casa, yo subí directamente a mi habitación y coloqué toda mi ropa en el armario. En cuanto termine mi madre acababa de terminar de hacer la cena, bueno, ella decía que lo había hecho ella, pero a mí me sabía a comida para llevar, yo no le dije nada, ya que me daba corte decírselo. La cena me sentó un poco mal, me tuve que tomar un medicamento para el estomago, me fui directa a la cama, mañana era mi primer día en este pequeño pueblo desconocido para mi.
Me levanté a las 10:00 de la mañana, me hice el desayuno, un vaso de zumo de naranja y dos tostadas con mermelada, no había gran cosa y me tuve que apañar con eso, me lavé los dientes y la cara, cogí las primeras prendas que vi y me las puse. Salí a la calle a dar un paseo para conocer la zona, al salir por la puerta me encontré a mis padres al lado de una camioneta azul.
-¿Qué es esto?- pregunté.
-¿Te gusta? Se la he comprado a un señor que vende coches reparados.
-¡Es perfecta! ¿Es mía?
-Toda tuya, ya que ni tu madre ni yo podemos llevarte a clase, puedes ir tú.
-Oh vamos, ¡Venga ya! ¿En serio?- Dije muy ilusionada, no me creía que esa camioneta fuera mía. Era perfecta.
-Claro que va en serio, venga trae, que te enseño como va, que tiene un par de trucos, que el señor tampoco lo puede arreglar perfectamente.
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INVISIBLE un amor irracional
Novela JuvenilA veces lo correcto puede ser lo incorrecto y lo incorrecto puede ser lo correcto, y entonces hay veces en las que te entra el miedo por tomar las decisiones no acertadas, pero, ¿y si esas son las correctas? No se puede saber, claro que nunca sabes...