Lydia buscó todo el día la manera de decirle a Buck sobre su embarazo, sabría que no podría soportar una respuesta negativa, por lo que pidió consejos con sus amigas, y tomó la decisión de visitar al médico y confirmar del todo que se encontraba embarazada. Si se lo decía un médico pasaba a ser totalmente real, y tal vez eso le aterraba aún más.La sala estaba muy silenciosa, demasiado para su gusto, una de sus amigas se encontraba sentada junto a ella, la cual estaba más nerviosa que ella. Se estremeció al sentir el gel frío sobre su abdomen, el médico comenzó a pasar el ultrasonido por donde estaba el gel, haciendo una leve fuerza. Lydia miraba muy asustada el monitor, en busca de respuestas, luego de unos eternos segundos el médico la miró, y en la pantalla se podía observar una pequeña bolita, y todo el mundo de la pelinegra cambió de repente.
― ¿Ves esa manchita? Es tu hijo, felicitaciones.― dijo el médico muy feliz― y ahora deberíamos escuchar su corazoncito.
A los pocos segundos de que advirtiera, se escucharon unos latidos, lo cual emocionó mucho a Lydia, provocando que comenzara a llorar. Allí estaba, una pequeña vida creciendo en ella. Deseó que Buck estuviera allí, quería que la abrazara.
―Tendrá unas siete semanas.― informó― Pero ya veremos de programar otra sesión.
El médico siguió informando sobre los detalles del embarazo, pero para Lydia, todo parecía difuminarse en el fondo. Solo podía enfocarse en esa pequeña mancha en la pantalla, sintiendo una oleada de emociones abrumadoras. El latido del corazón del bebé continuó resonando en la habitación, un sonido que llenó su alma de alegría y gratitud.
Miró a su amiga, cuyos ojos también estaban llenos de lágrimas, y ambas se abrazaron con fuerza, compartiendo un momento de pura felicidad y asombro. En ese momento, todas las preocupaciones y miedos de Lydia parecieron desvanecerse, reemplazadas por una profunda sensación de paz y aceptación. Estaba lista para enfrentar cualquier desafío que el futuro pudiera traer, porque sabía que no estaba sola.
Después de salir del consultorio, Lydia se sentía como si estuviera flotando en una nube de felicidad. Miraba la ecografía una y otra vez, mirando al pequeño que estaba en formación, imaginando cómo sería tenerlo con ellos. La vida había adquirido un nuevo significado, y estaba lista para abrazar cada momento con gratitud y alegría. Él miedo aún continuaba allí, pero nada podría salir mal.
―¿Cuando se lo dirás?―preguntó su amiga, sacándola de sus pensamientos.
―No lo sé, tengo miedo como reaccione, es decir, es Buck, se que reacciona de una buena forma, pero a la vez... no sé qué podría pasar.
―Sea cual sea tu decisión yo te apoyaré.― consoló a su amiga apoyando una mano sobre su hombro.
En la recepción, al terminar de sacar el turno, Lydia quedó paralizada al ver a Maddie, la hermana de Buck, en el Hospital, quién ya se percató de su presencia y se dirigía hacia ella para saludarla.
Lydia se sintió como si le faltara el aliento cuando vio a Maddie acercarse. Trató de ocultar la ecografía rápidamente, sintiendo un nudo en el estómago mientras se preparaba para enfrentar a la hermana de Buck. Maddie era una persona encantadora, pero también era directa y no se andaba con rodeos. Lydia sabía que no podría ocultar la verdad por mucho tiempo.
―¡Lydia! ¡Qué sorpresa verte aquí! ―exclamó Maddie, con una sonrisa cálida mientras se acercaba para darle un abrazo.
―Hola, Maddie. Sí, estaba aquí para... umm... una consulta rutinaria. ―respondió Lydia, tratando de parecer tranquila a pesar de su nerviosismo evidente.
Maddie arqueó una ceja, mirando a Lydia con curiosidad. Sabía perfectamente que algo no estaba bien, pero decidió no presionarla en ese momento.
―Bueno, me alegra verte. ¿Cómo has estado? ―preguntó Maddie, mientras caminaban juntas hacia la salida del hospital.