Buck llegaba de una rara noche, ya que no pudo dormir, debido a que accidentalmente cuando buscaba algo en el bolso de su novia Lydia, encontró ni más ni menos que una prueba de embarazo. Al ver esa prueba muchas emociones se hicieron presentes, pero lo que más le daba vueltas en la cabeza era el por qué su novia, con la cual llevaba ya dos años en pareja, no tuvo la confianza suficiente como para comentarle sobre la situación. Por lo que decidió volver todo a su lugar y acostarse, de todas maneras no pudo pegar un ojo,
¿si no era buen padre? ¿si no estaba preparado? ¿si decepcionaba a Lydia?, y la peor de todas, ¿si le transmitía la enfermedad que Daniel padeció? No quería cometer los errores de sus padres.
La falta de sueño solo empeoró las cosas. Pasó la noche dando vueltas en la cama, incapaz de encontrar consuelo o respuestas a sus preguntas. El miedo y la incertidumbre se apoderaron de él, dejándolo en un estado de ansiedad constante.
A la mañana siguiente, Buck se levantó temprano, decidido a enfrentar el día aunque se sintiera agotado. Se vistió con su uniforme de la 118 y trató de mantener una apariencia normal, pero por dentro, su mente seguía dando vueltas sin cesar. No se sentía capaz de desayunar, su estómago estaba revuelto y los nervios lo consumían por completo.
Lydia trabajaba como maestra jardinera, lo cual cada mañana antes de despedirse, compartían un agradable momento juntos de camino al trabajo. Cuando él rubio no se encontraba de guardia, simplemente se dedicaba a hacer la comida mientras esperaba que su novia regresara de su trabajo, así pasar el resto del día juntos.
La pelinegra se encontraba ordenando sus cosas, corriendo de un lugar al otro, tratando de no olvidarse de nada, al mismo tiempo que Buck trataba de no parecer más sospechoso de lo que parecía, antes de hablar o efectuar cualquier acción, decidió pedir consejos a sus amigos y en especial a Bobby, en quien confiaba mucho. Aunque no se sentía completamente preparado para abordar el tema, sabía que necesitaba orientación.
―Cariño, ¿me puedes alcanzar hoy al trabajo?― preguntó Lydia, desde la cocina, buscando el almuerzo que con anterioridad preparó para su novio y ella.
―Si, amor, déjame buscar las llaves.― respondió nervioso Buck, al mismo tiempo que corrió hacia la mesa de luz, en busca de las llaves del Jeep.
Al encontrarlas, no pudo evitar notar el bolso de Lydia sobre la mesa. Por un instante, dudó si revisarlo o no, pero finalmente decidió hacerlo. Con manos temblorosas, tomó la prueba de embarazo y la guardó en uno de sus bolsillos, sintiendo el peso abrumador de la revelación.
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―Vamos Buckley, no puede ser tan malo.― reprochó Chimney colocándose juntos a los demás justo al lado del rubio, que se encontraba sentado en una punta, con las manos entrelazadas.
Sentándose frente a la mesa de la estación, Buck dejó la prueba sobre la mesa, sin saber cómo abordar el tema. Los murmullos de sorpresa entre sus compañeros de la estación sólo aumentaron su ansiedad, pero sabía que debía enfrentar la situación, por más difícil que fuera.
―Eso sí que no me lo esperaba.― alegó Hen.
―¿Buck, papá? Sí que quiero ver eso.― bromeó Eddie.
―No es... Eso no es un problema, lo que realmente importa es que ella no me lo contó, encontré esto en su bolso.
―Espera, ¿lo robaste de su bolso?― preguntó muy enojado Bobby.― Buck, si ella no te lo dice, no deberías andar husmeando en sus cosas.
―Tengo derecho, es mi hijo a fin de cuentas.― objetó levantándose abruptamente de la silla.
―Oye― llamó su atención el mayor, colocando una mano en su hombro.― tiene que haber una buena excusa por la cual no te lo dijo, tal vez planee hacerlo pronto, pero debes respetar sus tiempos.
