disociar?

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—Ruth!— una voz me llamaba constantemente ¿que quiere? ¿todo está bien? —Ruth!!— escuche más fuerte mientras alguien chasqueaba los dedos frente a mi.

—eh? que pasa? — pregunté al volver a enfocar mi vista y prestar atención a lo que sucedía a mi alrededor.

— ay por dios! por fin! desde hace rato que te estoy hablando y te haces la tonta! por favor deja de abrir la boca!— recriminó mi madre.

— que sucede? perdón...— dije encogiendome de hombros.

—te estaba hablando de las universidades, a cuál irás? ya estas viendo por tu futuro?— dijo molesta tratando de calmarse.

— ah, emm nosé todavía... me gusta hacer de todo un poco...pero— pronuncié antes de ser interrumpida.

—cómo que no sabes?! ya deberias tener en claro lo que quieres. Sólo te quedan unos meses decidirte! y no me vengas con que necesitas ayuda por que este fue el sexto consejero escolar al que te llevo.— dijo con molestia con una cara seria.

—lo siento...— dije por lo bajo. Lo cierto era que ya estaba por comenzar mi quinto año de secundaria y andaba más perdida que dori en mi vida, no sé qué estudiar, o que quiero para mi futuro... no me decido... hay tantas cosas que me gustan, como el dibujo o la pintura, la escritura, el arte del café, el baile, las matemáticas, la fotografía, las ciencias naturales; hay tanto como asi también poco para elegir. — pero aún no me decido...— suspiro.

—ay, ay, que hice para merecer una hija así— renegaba mi madre. —okey... haremos esto... te llevaré a uno más y si no te decides lo haré yo. — propuso firme, sin indicios de poderla persuadir.

—qué! Eso no es justo! — reproché.

—claro que lo es! Sabes cuanto dinero y tiempo he gastado en todo esto?! — dijo enojada.

—entonces ya no gastes más! Es suficiente de todo esto, solo lo haces para verte como una madre ejemplar! Ni siquiera te intereso como hija en verdad...— pronuncié para luego levantarme del banco de la plaza e irme. Escuchaba como esa señora gritaba sin cesar mi nombre y algunas frases que se me hacían difíciles de entender debido al tumulto de gente que había  por la hora del almuerzo.

Me detuve cuando había recorrido una distancia lo suficientemente larga para que la bruja me pierda de vista ¿Dónde me encontraba? Miré a mi alrededor para encontrar algún indicio del nombre de la calle. —mierda. — dije por lo bajo cuando caí en cuenta que estaba del otro lado del centro de la ciudad. Automáticamente llamé a mi jefa para decirle que no podría llegar a tiempo a mi turno en la cafetería debido a unos problemas personales, los cuales esta comprendió y me dio 10 minutos sin descuento de salario. Es entonces que me subo a un taxi para poder llegar, no quería que me descontaran. Mucho menos ahora que discutí con la bruja.

A los pocos minutos llegue a la cafetería, había muchos estudiantes universitarios, que deben venir por no comprar un almuerzo completo. Entre lo más rápido posible para marcar mi turno y dirigirme a la cocina. Allí me recibieron mis colegas con infinidad de pedidos. — buenos tardes— dije lo más alegre que pude.

—buenas! —Dijeron al unísono. —podrías ir haciendo los cafés a partir del de la mesa 4 por favor? — dijo Thomas sosteniendo una bandeja completa de 4 colaciones.

—sí, claro— respondí tomando los pedidos.

En tan solo unos instantes todo volvió a su paz y tranquilidad, solo quedaba esperar a que los comensales terminaran y poder limpiar las mesas.

—bien, el último pedido ya fue servido— dijo Emily sentándose en una silla de la cocina.

—eso fue agotador...— dijeron los demás.

—Ruth! Por favor nunca vuelvas a atrasarte! — dijo Thomas tirando la cabeza hacia atrás.

—si... sin ti el trabajo es más cansador y se atrasan fácilmente los pedidos...— dijo Emily entre suspiros.

—sí, lo siento jeje— dije sonando lo menos triste posible.

Luego entro uno de los recepcionistas, —nueva orden! — dijo para luego irse.

Retiré la orden de la impresora y me dispuse a prepararla, solo era un café americano y un sándwich. Emily estaba por levantarse, pero le dije que no lo hiciera, ya que lo entregaría yo. Era una orden simple para la mesa 7, de seguro era algún oficinista. 

Cuando llegue a la correspondiente me di con una mujer de anteojos redondos y traje beige—aquí está su pedido— indique a la comensal.

—gracias— dijo con una sonrisa amable para luego añadir — no eres joven como para estar trabajando ya? Deberías de estar estudiando verdad?— dijo, a lo cual me quedé estática.

—seguro que sí, pero pronto ya seré mayor de edad, y las clases todavía no han comenzado— dije mirando a la mujer algo extrañada.

—oh! Ya veo, entonces espero que elijas lo que la vida y el corazón quieran para ti — pronunció tomando un sorbo de su café. Yo solo asentí y volví a la cocina.

Sin rumboDonde viven las historias. Descúbrelo ahora