I'm nice, pero no te pases bro.
La canción "Promiscuous" de Nelly Furtado y Timbaland suena a todo volumen en mis Airpods mientras me lavo las manos y me muevo al ritmo frente al espejo. Me siento poderosa, única e inigualable, con la autoestima por las nubes. Después de regresar a Miami, a un año de cumplir veintiuno, me presento como Jazmín Souza, una brasileña de veinte años. He vivido diez años de mi vida en Miami, pero no he perdido mi esencia brasileña, al contrario, corre por mis venas junto con la influencia cubana, dominicana y colombiana.
Mi vida en Miami es buena, no tengo quejas, rodeada de luces brillantes y una diversidad de culturas que amo. La música sigue sonando en mis oídos, recordándome que la vida es para disfrutarla al máximo y brillar con luz propia. Así que aquí estoy, lista para bailar al ritmo de mi propia melodía y aprovechar al máximo cada momento. Me siento llena de energía lista para hacer que mi regreso después de las largas vacaciones cuente. ¡Que comience la fiesta!
Antes de salir del aeropuerto, no puedo resistir la tentación de dar otra mirada al espejo y recibir algunas miradas negativas de los demás, pero me importa poco. Tomo mi maleta y me dirijo hacia la salida, donde me espera mi hermano junto a mis adorables sobrinos. Después de un corto trayecto de regreso a casa, nos reciben mis padres junto con mi cuñada, todos listos para salir, ya que es un domingo y significa día de salida familiar.
Aprovecho rápidamente para tomar una ducha y me cambio a un vestido corto morado que resalta mi piel morena, unos tacones negros y una cartera a juego. Dejo mis rizos sueltos, un maquillaje sencillo y algunos accesorios plateados para completar el look. Al salir, todos esperan por mí y mis pequeños sobrinos ya están despiertos. Al verme, me abrazan y me llenan de besos, no puedo quejarme de la vida, mis sobrinos me aman y no hay nada mejor que su cariño.
El camino pasa rápido mientras canto a todo volumen con Dilan y la pequeña Daniela, quienes intentan bailar al ritmo de la música. Definitivamente, tengo que empezar a darles clases de baile.
Llegamos a un nuevo restaurante/sport bar que abrieron en Brickell, una de las zonas más exclusivas de Miami. El ambiente está animado y no está tan lleno, todos están disfrutando de la comida mientras ven la pelea de UFC que se está transmitiendo en las grandes pantallas.
—¿Hoy invitas? —pregunta mi hermano.
—Solo si gané la apuesta del viernes.
—¿No has visto la pelea? —pregunta divertido.
—No pude, estuve ocupada estos tres días.
—Bueno, tienes dos horas para ver la pelea —comenta— en lo que comemos, a y sin hacer trampa tienes que verla completa.
—O vamos, me estás asustando, ¿no me puedes dar un adelanto?—le hago ojitos para que se apiade.
—Creo que voy a terminar pagando hoy —dice.
Me tapó la boca en una expresión exagerada —No me digas que perdí.
—No te voy a decir más nada.
Nos sentamos en una mesa que es como una barra; pedimos la entrada para ir picando, en eso. Mi cuñada toma a Dilan para llevarla al baño para cambiarlo y mi madre la acompaña. Los hombres de la mesa también se mueven a dos mesas adelante para hablar con otro grupo sobre la pelea. Me quedo yo con la pequeña del grupo, la cual está muy ocupada con unas croquetas. Empiezo la pelea, la cual ya me tiene estresada y aún no la he visto.
Ya van por el quinto round, me encuentro parada caminando de un lado al otro, viendo cómo lo molen a golpes, apenas los esquiva y no se defiende por el camino que va, dudo que aguante los siete round restantes que le quedan. Ya en noveno la desesperación me estaba matando, ya lo doy por muerto, no hay forma que gane más después de un golpe que lo dejó medio aturdido.
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Golpeando el Corazón
RomanceDos días después de la gran pelea del año, la protagonista finalmente tiene la oportunidad de verla. Con un sinfín de críticas hacia el jugador estrella por el cual apostó, sin quedarse con nada por dentro, dice todo lo que piensa. Empezado febrero...