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— Vamos, pide por tu mami

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— Vamos, pide por tu mami.

Las lágrimas rodaban por sus mejillas, los sollozos le raspaban la garganta por más que sólo surgían como respiraciones extrañas.

Quería gritar con todas sus fuerzas, desde hace mucho tiempo que había querido gritar, pero como siempre, ningún sonido salía de su boca.

— ¿Qué pasa, pecoso? Sabes que nadie va escucharte, ¿verdad?

Tiraron de sus cabellos para que alzara su rostro, aunque se agitara para liberarse sólo lograba que ellos tiraran más, al menos lo intentó.

Provocó risas en esos chicos, las burlas no habían sido suficientes para ellos, y ahora las golpizas parecían mas divertidas, especialmente porque aún a pesar de todo, Felix nunca hacía ni un ruido, los tres competían sobre quién podría hacerlo gritar primero pero aquello nunca pasaba.

Su cuerpo fue tirado hacia abajo, pero su estómago golpeó una rodilla duramente, sacando todo el aire de sus pulmones, dejándolo hecho un ovillo en el suelo del baño.

Sus tres matones prosiguieron con revisar su mochila, buscando dinero, comida, o cualquier cosa que fuera de su interés.

Felix no sabía porqué esos chicos lo comenzaron a molestar, él nunca había hecho nada malo, pensó que quizás si no hubiera seguido el consejo de Hyunjin de hablar con el director sobre lo que había sucedido en la clase de gimnasia eso no hubiera pasado.

A parte de no hablar, Felix no tenía nada malo, a parte de no ser tan delgado, no tenía nada malo, a parte de ser el protegido del director, él no tenía nada malo.

Bueno, quizás sí tenía algo malo.

Felix comenzaba a pensar que todo en él era malo.

Concentrado en mirar al suelo, Felix intentaba pasar por los pasillos, tratando de ser más fuerte que los empujones, que los codazos. Apenas llevaba seis meses en el colegio y ya comenzaba a odiar todo, a odiarse a sí mismo.

En Australia iba a una escuela con chicos como él, quizás no eran todos mudos, algunos incluso hablaban de más, había gente que estaba mucho peor que él, pero con ellos se sentía cómodo, ellos estaban tan mal como él.

No entendía cuando su médico le dijo que ir a una escuela para "chicos normales" iba ser bueno, porque él no era normal, y no iba poder encajar.

Esos chicos eran crueles, malos, que lo golpeaban en el baño de los hombres, robaban su dinero o almuerzo, eran los que dejaban pegamento en su silla, los que habían volcado una botella de gaseosa en su mochila, y los que habían metido su ropa en el inodoro luego de una clase de gimnasia.

No hablaban con él más que para decirle cosas feas, lo apartaban de todos lados y sólo lo hacían sentir como una miseria, ni siquiera volvió a contarle al director lo que sucedía, descubrió que sólo empeoraba las cosas.

Love me, mute | HyunLixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora