𝐝𝐢𝐞𝐜𝐢𝐨𝐜𝐡𝐨

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Dos semanas luego. Tortuosas y bipolares, algo largas y confusas. Jay estaba estresado, por decir lo menos, estaba harto, pero sentía que sus manos estaban literalmente atadas ¿qué podía hacer frente a la falta de comunicación de su novio? Estaba más confundido que nunca, pero no terminaría con él. Lo amaba, lo adoraba ¿Cómo sería capaz de siquiera pensar en cortar su relación, que tanto trabajo le había costado formar? No, eso no estaba entre las opciones, pero la situación lo mantenía bajo presión, estresado y con el ánimo por los suelos.

—Jay, hermano, estoy hablándote. —la voz de Jake lo sobresaltó.

—Lo siento Jake, no estaba prestando atención —dijo Jay mientras jugaba con la pajilla de su batido de vainilla.

—Jay ¿Estás bien? —le preguntó Jake.

—Ya sabes Jake, la situación de Jungwon me tiene al límite. —dijo Jay —Estoy harto de su actitud, pero sé que algo sucede ¿entiendes? Me siento presionado, no sé que le pasa, sé que tengo que ayudarlo, pero es como estar ciego y de manos atadas... y tampoco terminaré con él, ya sabes.

—No tengo idea que puede sucederle, lo conoces más que yo. —dijo Jake dando un suspiro.

—Es algo en su familia, estoy seguro. ¿Qué mas puede ser? —preguntó Jay. Se rascó la cabeza, estaba desesperado.

—Tienes que averiguarlo sea como sea Jay. Es el único consejo útil que puedo darte.

—Mhm... lo intentaré, o sea, seguiré en eso. ¿Vas a la fiesta de Sunghoon esta noche? —preguntó Jay

—Claro, a las nueve. —dijo Jake sonrió.

—Está bien, iré con Jungwon, te veo allá.

La tarde se pasó volando. Jungwon había aceptado ir con Jay todo por escapar de su vida. Aunque ya sabía que la tortura podría terminar rápidamente, todo terminaría, para mejor y para peor.

¿Qué otra cosa podía hacer? Nada, solo podía escapar, huir como un maldito cobarde. Toda su valentía había quedado hecha polvo, se había escapado tan fácilmente como su vida se escapaba ahora.

Se maquilló ante el espejo, tapando las marcas de algunos golpes que tenía en el rostro. Tuvo que maquillarse los rasguños de sus brazos, no quería preocupar a Jay, no quería que su sufrimiento fuese compartido con él. Esta era su última oportunidad de amarlo como se merecía, y no iba a desperdiciarla.

Terminó de arreglarse, y miró por la ventana de su habitación. ¿Por qué tenía que ahora pasarle eso a él? Se sentía tan mal, su dignidad no existía, tampoco existía lo que llamaba valentía, ni siquiera tenía la capacidad de refugiarse o pedir ayuda. Estaba asustado, no quería que nada le pasara a Jay. Y como le habían dicho, él era débil, y era egoísta. Así que ni siquiera se le pasó por la mente pedirle ayuda a Jay. No quería angustiarlo más, aunque inconscientemente claro, ya lo estaba haciendo.

Unas manos atraparon su cintura. Se sobresaltó y cerró los ojos, pero la grave voz de Jay lo hizo relajarse. Suavemente le besó el cuello, él sonrió con melancolía. Se volteó y se encontró con aquellos ojos que lo hacían volar a las nubes y jamás bajar desde allí. Sus labios se toparon suavemente. Y el lo único que atinó a hacer fue a lanzarse a sus brazos, sin querer dejarlo ir. Jamás.

—Te amo Hyung —le dijo suavemente al oído. Jay sonrió al oír su melodiosa voz diciéndole esas palabras que tanto gustaba de oír.

—Yo también te amo Wonie —le dijo dándole un sonoro beso en la mejilla. —¿Estás listo?

—Sí, tomaré mi bolso y vamos. —dijo Jungwon besándole la mejilla también. Él caminó hasta el umbral de la puerta, mientras Jungwon sin que él se percatara, metió dos sobres en su bolso, y lo cerró. Se acercó a él. —Vamos.

𝐔𝐍𝐃𝐄𝐑 𝐓𝐇𝐄 𝐒𝐔𝐑𝐅𝐀𝐂𝐄 ꩜ 𝐉𝐀𝐘𝐖𝐎𝐍 ᰔᩚ Donde viven las historias. Descúbrelo ahora