Celo angelical. [RadioApple] [HIATUS]

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— ¡Papá, por favor! ¡Soy yo!

Era inutil, por más que gritara y se colocara justo en frente de él, la ignoraba como si ella ni siquiera estuviera ahí. Quizás no le hacía daño ni trataba de atentar contra su hija, pero eso no quitaba el hecho de que Charlie no estaba logrando nada.

Tenía una opción al alcance, pero se negaba rotundamente a recurrir a la violencia, era exactamente por eso que también rechazaba cada intento de Razzle por acercarse.

El lugar estaba desolado, todos los demonios habían escapado temiendo por sus vidas. Lucifer se acercaba cada vez más a territorio caníbal y el tiempo se agotaba.

— Charlie, esto no nos está llevando a ningún lado. — Vaggie aterrizó a un lado de la rubia, había intentado llamar la atención del angel pero tampoco había funcionado.

— Debe haber algo que podamos hacer. — Trataba desesperadamente de no caer en el pánico, pensaba y pensaba una manera de al menos calmarlo o que la escuchara, retenerlo o que se diera cuenta de lo que estaba haciendo.

Pero Lucifer estaba totalmente fuera de si, no era capaz de reconocer a nadie.

Cuando las pequeñas lágrimas comenzaron a formarse en los ojos de la princesa, el rey del infierno se detuvo.

El lugar se sumió en silencio.

Lucifer olfateó el aire, dando un par de pasos torpes que por primera vez no causaban un temblor, su monstruoso poder se había esfumado. La pareja de chicas lo notó, se había vuelto dócil por un momento, atento a algo que ellas no eran capaces de percibir.

Fueron unos pocos segundos en los que se mantuvo así, estático y tranquilo, su cola se movia de un a otro sigilosamente, sus garras se mantuvieron en posición, sus ojos rojos dejaron de brillar.

— ...

Hasta que repentinamente su rostro volvió deformarse en ira, sacando una llamarada de fuego por sus labios y un fuerte y profundo rugido, ¿O grito?

Definitivamente lo que sea que había soltado en ese instante se había escuchado por todo el anillo sin dudas.

Charlie y Vaggie cerraron sus ojos y cubrieron sus oidos al sentir que podían llegar a quedarse sordas, sobre todo al tener al angel literalmente a su lado. Pero en el momento en que la princesa hizo el esfuerzo por volver a ver a su papá un escalofrío le recorrió la espalda.

Alzó sus alas.

Sin embargo, lo que más espantó a la rubia no fue la velocidad que había tomado el angel para elevarse en el cielo en un solo aleteo,

Sino el cambio de dirección radical.

El barrio caníbal pareció haber sido olvidado por completo, dejado atrás para ir hacia el sentido contrario.