Breathe

10

No había tenido la oportunidad de encontrarme con mi vecina desde el día que invadí su departamento para cenar, lo cuál me hacía helar la sangre, había un sinfín de millares de razones preocupantes de porque Mina no había salido a dejar la basura y para mi infortunio cada vez que pretendía querer ir a tocar a su puerta la hora hacía evidente que quién abriría sería aquel repugnante ser al que ella llamaba esposo.

— ¿A quién espías? — Preguntó Dahyun tan cerca de mí que generó molestas cosquillas en mi piel con su respiración, tuve que apartarme de la mirilla de la puerta para ver a mi pálida amiga la cuál mantenía una sonrisa única de cada vez que me molestaba.

— A nadie, solo creí haber escuchado a alguien fuera. — Aclaré con total confianza pues era cierto, no había nadie y sí había escuchado a alguien fuera, con la diferencia que había ido a ver con la esperanza de encontrarme con Mina.

— Acepté vivir contigo porqué dijiste que este lugar era seguro, ¿Mentiste? — Negué con la cabeza recibiendo una mirada de duda que me hizo suspirar pues ahora debía una gran explicación.
No es que Dahyun no confiara a en mí o fuese una paranoica, pero con la justificación de no preocupar a sus padres preferiría mantenerse al margen de la seguridad, no tomaba alcohol, no conducía, rara vez salía de noche, y si lo hacía era con alguien de confianza cómo yo o su novia Sana, quién a pesar del deseo de vivir con su novia y conmigo no pudo pues a lo que Dahyun dijo debía volver por asuntos familiares a Japón durante las vacaciones de invierno, las cuáles ella ya había iniciado a pesar de faltar un par de días para oficialmente tener un descanso.

— Es muy seguro, es raro que nos crucemos con personas, y hay más cámaras de seguridad que en un banco, puedes estar tranquila.

— Bien... entonces deja de espiar y ayúdame a desempacar las cosas que faltan.

Así lo hicimos durante unas horas yendo y viniendo entre pláticas, y algún que otro desacuerdo hasta que en el apartamento la presencia de mi amiga se hizo notar, así cómo se hizo notar la música del otro lado de la pared cuando nos acostamos en la cama de la mayor, sería imperceptible si no se estuviera en total silencio pero ahí estaba, proveniente del apartamento vecino, revisé la hora en mi celular, era muy temprano para que el dueño del lugar estuviera en casa. De casi un saltó me levanté de la cama girando sobre mis talones para encontrarme con la pálida mayor.

— Muero de hambre, iré a dejar las cajas de la mudanza en el contenedor y después iré a la tienda de conveniencia por algo para cenar, ¿Qué se te antoja?

— Iré contigo as...
— No... tú tú tú quédate a ordenar la cocina que está un desastre, vuelvo rápido.

Y sin permitirle decir una palabra más salí del lugar apresurándome a tocar la puerta contigua, afuera la música ni siquiera se notaba, quizá la había detenido. "Bien Chaeyoung, si es él debemos tener una buena excusa, y si es su madre debemos encontrar una forma de huir de esa mujer, y si es..." sus pensamientos no lograron ser concretados pues la puerta fue abierta por aquella última persona que estaba primero en su lista de a quién esperaba ver.

— Mina...

Se veía hermosa, las marcas de su rostro ahora eran pequeñas y casi imperceptibles, sus mejillas ahora eran adornadas por un tono rojizo que brillaba por el sudor, lo que junto a su respiración acelerada la delataba de haber estado haciendo ejercicio o algo físico. — ¿Qué haces aquí?

Su frialdad me desconcertó, la vi llevar su mirada de izquierda a derecha repetidas veces analizando rigurosamente el pasillo para después tomarme del brazo metiéndome a su apartamento de un tirón. — Es bueno ver que tú puerta se puede abrir. — Comenté con una sonrisa mientras quitaba mis zapatos en la respectiva zona.

— Mi suegra vino hoy a visitar la casa. — Era una respuesta que era amarga de tomar, pero que ella pronunciaba con total normalidad.

— Hace días que no te veo, estaba pre... te extrañé, estuve esperándote cerca del contenedor de basura pero nunca apareciste.
— Yo no... no quería verte.
— ¿Ah no?

Cuestioné con extrañeza de sus palabras, "¿Había cometido algo malo la última vez que nos vimos?" me pregunté mientras ella me miraba con su semblante ligeramente marcado demostrando cierta molestia.

— El día después de la noche que cantaste... estuve esperándote, incluso estuve sentada al borde de la puerta del balcón para escucharte pero, tú no apareciste. — Sin saberlo me había hecho sentir el doble de culpable, no solo no había estado para ella sino que la razón de su soledad fue porque el idiota de su esposo estuvo conmigo por tanto tiempo que al dejarme sola me fue imposible buscarla.

— Y si no quieres verme ¿Por qué me abriste? — El tono de sus mejillas había disminuido mientras manteníamos nuestra platica en el recibidor de su apartamento, pero después de escuchar mi pregunta aquel tono carmesí se hizo presente cómo si hubiese corrido un maratón. La única respuesta fue Mina alzándose de hombros por lo que me di por vencida, al menos solo con esa pregunta, debía aprovechar estar a su lado para saber más de ella.

— ¿Qué estabas haciendo antes de qué tocara a tu puerta?

— Bailaba. — Bajé mi mirada sus pies no estaban descubiertos, atadas a la perfección unas hermosas aunque desgastadas zapatillas color rosa de bailarina lucían en ella. — Mi esposo me permitió volver a hacerlo, y volvió a abrir la habitación.

Casi cómo una niña mostrando orgullosa sus juguetes a todo aquel interesado me guió hasta la habitación que del otro lado era colindante con la de ahora Dahyun, me hizo sonreír saber la razón de la música que atravesaba las paredes. La habitación no era muy grande, pero estaba vacía con una pared llena de grandes espejos pegados a esta ampliando el lugar, y una pequeña barra de lo que a mi poco conocimiento parecía para los calentamientos.

— Espero algún día poder verte bailar.
— Mi esposo dice que ya no soy tan buena, pero hace años que no lo hago.

Otra vez él, que ganas de encontrarlo y golpear su engreída cara con su engreída sonrisa. — Pero tú cantaste para mí, así que lo haré, no hoy porque mi esposo está por llegar, pero lo haré.— No podía estar molesta con ella cerca mío, era un sentimiento extraño, era feliz de conocerla pero también esa preocupación se mantenía latente, ella parecía orgullosa de su matrimonio cuándo él era capaz de negarla, pero no podía ir a la policía solo porque (como ellos dicen) yo "creo" que él la golpeó, incluso estaba la posibilidad de que si eso había sucedido haya sido un caso aislado y entonces menos la policía creería en mí, debía cerciorarme de qué estaba pasando en este lugar. — Ya debes irte.

— Claro, yo... gracias por abrirme, fue bueno verte ¿Hoy irás a tirar basura?— Me despedía mientras me colocaba los zapatos, salí del apartamento y ella con sus manos en la puerta no respondió mi pregunta por lo que creí que simplemente cerraría.

— También te extrañé.— La oí decir pero al voltear la puerta estaba completamente cerrada, no respondió, pero eso no me quitó la sonrisa en mi cara que era tan grande que dolía, tenía una nueva amiga, una a la que deseaba proteger de todo, entre a mi apartamento lanzándome al sofá boca abajo.

— ¿Y bien? ¿Qué trajiste de cenar?— Apreté los ojos al escuchar a mi mayor, lo había olvidado por completo, maldije para mis adentros y me levanté del sofá encontrándome con Dahyun cruzada de brazos.

— Lo olvidé.
— Pero... no te llevaste las cajas al contenedor y me dices que tardaste tanto fuera y no trajiste lo más importante ¿Qué hiciste entonces?
— Buena pregunta... yo es que cuándo llegué a la tienda vi que mi cartera no estaba, así que volví lento a casa buscándola por si se había caído o algo por el estilo.— Mentí con velocidad pues aun era muy pronto para contarle de mi teoría de su nuevo vecino el posible maltratador de esposas.

— Mmh ¿La qué está en el recibidor junto a tu abrigo?

— ¿Quéeee?— Alargué mi pregunta fingiendo incredulidad recibiendo así un pequeño golpe en la cabeza.

— Vamos por la cena o voy a terminar arrancándote una pierna.—

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