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Extraño.

Desde que se reconstruyó el hotel y él ha decidido pasar más tiempo apoyando a su preciada hija, tiene la desgracia de verlo en diferentes momentos del día. 

Extraño.

Porque su mente había estado ocupada pensando en cómo idear un plan que implicará solicitar un favor simple para romper esa estúpida cadena.

Extraño.

Ha estado viendo como los seres más poderosos entran y salen de su oficina. Es lógico, aunque tenga un actitud estúpidamente infantil, él es el rey. No debería extrañarle ver a tantos seres ir y venir, salir y correr despavoridos o cansados. La energía del gobernante poca veces se exalta pero cuando uno de los otros siete se presenta ante él logra percibir como el ambiente se pone tenso y las almas que habitan el hotel desaparecen, incluso su hija parece estar conmovida por esa energía que desborda el ángel caído. 

-Uhm.

No tiene miedo. Está acostumbrado al pavor, al miedo descomunal que las almas condenadas sienten cuando saben que pueden morir. 

Pero hay algo más que lo extraña. Que lo inquieta, lo tensa y lo irrita.

-¡Pero Luci!

El demonio búho se mueve con elegancia tan natural que le enerva verlo ser tan...¿adorable? 

-Te lo dije, a tu preciosa Octavia le encantará.

La voz del gobernante suena más sonora, sutil y afable, es lógico, después de todo, sigue siendo un ángel. El preferido de arriba antes de caer.

- Desde luego, oh su majestad, siempre tiene las mejores ideas...

Alastor observa desde la parte superior como el Goetia coloca la mano sobre la del soberano y ambos se sonríen mutuamente. Un crujido suena y el barandal de madera truena entre sus dedos, por suerte el ruido no lo delata frente a los dos seres que hay debajo. 

-Pero dime, ¿has podido hacer para...

Es extraño.

En ninguna parte del inframundo existe algo que logre describir lo que está pasando por su cabeza en este momento, ¿por qué desprecia tanto al estúpido búho que viene tan seguido al hotel? ¿Por qué le inquieta el hecho de que el rey parece ser él mismo cuando están juntos?

-Jefe, ¿sucede algo?

-¿Eh?

Husk le mira con neta curiosidad, y Alastor percibe como las ojeras han disminuido de su sirviente, como se ve más...feliz.

-¿A qué te refieres, mi querido amigo?

La sonrisa siempre permanece en su rostro, y lo agradece, de esa forma nadie puede comprobar qué hay en su cabeza, o mejor dicho, quién.

-Te paraste aquí, llevas más de quince minutos estático y de la nada rompes el barandal. Uhm- Husk se rasca la mejilla pensando sus palabras- Pareciera que estás enojado con alguien.

-¡Tonterías! -Ladea su cabeza, y la sonrisa se aminora en su rostro- Estoy pensando en el futuro, ¡oh no te imaginas las ideas que tengo para este lugar!

-Sí, claro...-Husk claramente no le cree, pero, ¿cuándo lo ha hecho?

Aun así, su cuerpo logra despegarse del barandal, no sin antes mirar como Stolas se despide del rey con una inclinación y un beso en su mano, algo normal entre sus allegados, sino fuera por esa sonrisa que los hace ver aun más idiotas de lo que son. 

Alastor no se da cuenta pero su energía demoníaca comienza a expandirse por el corredor del hotel.

-Jefe...

-Dime, mi estimado.

-Quizá...-Husk se aleja unos pasos y evita mirar a su amo- Tal vez...debería expresarle sus sentimientos.

La energía se concentra y una onda estática los rodea. 

-¿Qué?

-Que deberías...-el ambiente está tenso, los ojos de Alastor parecen sintonizar la frecuencia ideal de poder para castigar, aun así Husk traga en seco listo para decirlo, porque está fastidiado de la tensión que se ha creado entre esos dos.

-¿Debería? 

-Deberías decirle que te gusta.

Las emociones y sentimientos son banalidades humanas que en su época no llegó a conocer. La esencia humana parece haberse borrado de él en cuánto llegó al infierno, sin esa esencia su poder se desató de forma natural y atroz. Sin embargo, ahora, algo en su caja toráxica comienza a doler, ¿entonces él puede...

-¿Qué? 

¿Él puede amar?

Inquieto | AppleradioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora