Capítulo 6: Donna

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People you know - Selena Gómez

Lo que menos esperaba cuando iba a beber algo de agua era encontrarme a Mass con heridas por todo el rostro y los nudillos ensangrentados. Decidí no preguntar aunque la curiosidad invadía mi mente de miles de formas distintas. Notaba la borrachera desde lejos, tal vez fue de fiesta y entró en alguna pelea, si en aquel momento le reñía no iba a hacer caso. Ahora me encontraba con el chico durmiendo en el suelo, estaba sorprendida por su comportamiento durante estos pocos minutos, traté de no hacer notar mi nerviosismo cuando su mano se posó en mi cadera, pero ahora que lo pienso, se dio cuenta de mi estado. Sus últimas palabras interrumpieron mis pensamientos.

- ¿Mala? Da gracia de que te he dejado dormir en mi habitación, idiota. - En mi vos se podía presenciar la molestia, tras decir mis palabras me asomé en el borde de la cama para darle con el cojín, deteniendo con rapidez mis acciones al percatarme de que Mass ya estaba hasta roncando. No pude evitar soltar una ligera risa, aunque de cierta forma me daba ternura ver lo cómodo que estaba durmiendo, acerqué mi mano hacia las mantas para taparlo más, esta noche era algo fría y lo que menos deseaba era que se resfriase. Sin esperarlo, el chico tomó mi brazo como si fuese un peluche y tiró de este dejándome caer al suelo.

- ¡Mass! - Grité quejándome mientras trataba de sacar mi brazo de su agarre, un intento en vano ya que su fuerza era mayor a la mía.

- Cállate, los peluches no hablan, ni se mueven. - Soltó el chico con tranquilidad y abriendo un ojo. El cabrón se estaba haciendo el dormido, acerqué mi mano a su pezón pellizcándolo. El salto que dio fue increíble y no pude evitar comenzar a reír a carcajadas, Mass llevó su mano a su pecho para dar caricias en este mientras su mirada estaba puesta en mí, la cual decía de mil formas distintas "te voy a matar". Me levanté del suelo corriendo por toda la habitación, el chico intentaba atraparme, hasta que se cansó y se tiró al suelo, rendido y con la respiración agitada. De la misma forma me tiré a su lado soltando carcajadas, llevando mi mano hacia mi abdomen ya que este comenzaba a doler y las lágrimas salían de mis ojos de tanto que estaba riendo. Inolvidable. Así podía describir aquel momento. Entre mis risas, Mass tomó mi cuerpo dejándome echada en el suelo y con él sobre mi, a un lado de mis piernas, para empezar a hacer lo que más odiaba: cosquillas. Las carcajadas eran inevitables por parte de ambos, podía decir que en aquel momento parecíamos dos niños tratando de molestarnos de distintas formas hasta agotarnos. Cuando estaba deseando que parara, fue así volviendo a echarse en el suelo, a mi lado para soltar un suspiro, esta vez si se le notaba agotado.

- Eres un idiota, Mass. - Al terminar de reír recuperé el aliento. El varón sin decir nada, me abrazó por detrás notando como su rostro se escondía en mi espalda, tratando de buscar calor. 

- Descansa bien, mocosa. - Aún sin verlo podía notar como sonreía, algo que de cierta forma me dejaba tranquila y más sus acciones. Su brazo alrededor de mi cintura era una sensación inexplicable, tranquilidad, tal vez. Lo único que pensaba de ese tiempo riéndonos era que su frialdad o dejadez era una simple capa que él mismo se ponía para ocultar sus verdaderas emociones, pero, ¿por qué las ocultaba? ¿de qué tenía miedo?  De la misma forma que  él, el sueño me ganó, quedando profundamente dormida.

La alarma empezó a sonar, inevitablemente solté un gruñido apagando esta, dándome la vuelta, percatándome de que Mass ya no estaba ahí. Me levanté para asearme y cambiar mi vestimenta por una apropiada para el entrenamiento, aunque en aquel momento dudaba de entrenar, pues seguramente el chico tendría resaca. Me dirigí hacia el gimnasio, la escena que vi, simplemente me dejó confundida. El idiota estaba pegándole al saco de boxeo, como si no le ocurriese nada o no tuviese resaca. 

- Idiota, ¿cómo es posible que no tengas resaca? Ayer apestabas a alcohol. 

- La resaca es para débiles. Menos hablar y más a entrenar, Donna. - Su arrogancia estaba de vuelta, lo de ayer capaz se le olvidó. Preferí ignorarlo y dejar pasar el entrenamiento como todos estos días. Durante el día no hubo ninguna novedad, solamente que a Mass no le gustaba el chocolate, ¿cómo no podía gustarle esa maravilla? Cada día me sorprende más.

Estaba sentada en el sofá mientras me distraía leyendo un libro, cuando la entrada fue invadida por alguien herido. Me quité las gafas dejando el libro a un lado para levantarme e ir hacia dicho lugar. Al ver de quién se trataba me acerqué corriendo tomando sus brazos con cuidado, aunque su peso era mayor trate de evitar que la caída hacia el suelo no fuera tan dura. Entre mis brazos y con lágrimas en los ojos acariciaba su rostro con bastante preocupación. Ojalá solo fuera un par de heridas, pero era más que eso. Su camiseta estaba llena de sangre y agujeros por las puñaladas que recibió, su rostro estaba morado e hinchado de los golpes que le dieron. Comencé a gritar desesperadamente el nombre de Massimo y Caelus en busca de ayuda, cuando ellos llegaron corriendo, tomaron el cuerpo sin decir ninguna palabra y lo llevaron hacia la camilla de la pequeña enfermería que teníamos. Desbastada, en aquel momento era el único sentimiento que tenía, mi mano se encontraba sobre mi pecho presionando con fuerza, tratando de recuperar el aliento, el llanto cada vez era más fuerte. Me ahogaba en mis propias lágrimas. Rápidamente sentí unos brazos rodear mi anatomía buscando tranquilizarme. Sin pensarlo me separé de él levantándome torpemente del suelo para correr hacia la enfermería. Tomé la mano del varón herido sin dejar de observarlo.

- Donna, puedes con él, no permitas que haga más daño. Siempre te voy a querer, al igual que a Caelus y al idiota de Mass. - Sus palabras eran entrecortadas debido a lo débil que estaba su estado, mi mano apretaba la suya con fuerza deseando de muchas formas que por favor aguantase, pero toda su la sangre perdida daba a entender que no iba a ser así. No quería aceptar la realidad. El sonido de la máquina que medía sus pulsaciones era plano, en la pantalla la línea era recta y las pulsaciones eran 0. Mis vista se nubló debido a las lágrimas, mi mundo en aquel momento se derrumbó. Caelus me tomó del brazo para dirigirme hacia él y abrazarme, sin corresponder me quedé observando un punto de la habitación, lo que menos esperaba era ver aquello y ahora estaba más que segura del tipo de persona que era mi padre. Era ese hombre que colocaba el dinero por encima de la familia, que el poder era lo más importante y eso le llevó a asesinar a mi madre, y ahora, a mi hermano, Owen. Lo que menos dejaría pasar es aquello y estaba más que segura de honrar la muerte de mi hermano. Mass estaba pasándose la mano por su rostro, frustrado, se fue de la habitación. Me separé de mi hermano mayor, secando mis lágrimas para ir tras el italiano. Al verlo sentado con las manos sobre la cabeza, me acerqué a él sentándome a su lado.

- Acabemos con él lo antes posible, Mass. Quiero que mis entrenamientos sean más intensos, quiero conocer mis poderes, llegar al límite, por favor. - Hablaba con sinceridad, el chico no dijo ninguna palabra durante un par de minutos, hasta que dirigió su vista a mi rostro, decidido.

- Serás y harás lo que tanto estás deseando, mocosa, pero debemos esperar y no actuar impulsivamente. - Sus palabras me chocaron, ¿cómo era capaz de decir aquello después de aparecer con moratones y heridas? Solté un gruñido, la situación me superaba. Me levanté yendo a mi habitación, encerrándome en esta para sentarme en la cama. Cerré mis ojos con fuerza, nuevamente, llorando, mi pulsaciones iban a mil. La tristeza y la rabia invadían cada zona de mi cuerpo, lo que provocó que el color de mis orbes se intensificara y que mi descontrol aumentara. En un movimiento impulsivo, golpeé la pared de mi habitación, notando como en esta apareció una grieta, desconcertada por aquello, me quedé observándola, confusa y con miles de preguntas. Sabía perfectamente que no era humana, pero la pregunta jamás se fue de mi cabeza y cada vez, rondaba más en mi mente.

¿Qué coño era realmente?















La Diosa OcultaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora