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Me costó algunas semanas adaptarme a los cambios de Avonlea; aún no podía llamarla ciudad, para mi siempre sería el pueblo donde crecí. A Bash también le estaba costando adaptarse pero a las tareas de una granja, no lidiaba bien con los animales y tenía mucho que aprender aún.

La escuela era otra cosa muy diferente, habían construido un edificio mayor, teníamos mejores muebles y libros nuevos. Había una nueva y mejor maestra, nos enseñaba tantas cosas avanzadas y estaba aprobada por la corte.

Por la tarde de un sábado, todos los habitantes que contribuíamos a la economía y crecimiento del pueblo fuimos invitados a una reunión en el palacio. Cuando estuve listo fui hasta la habitación de Bash y me sorprendió verlo aún con su ropa casual.

—¿Por qué estás vestido así? Usa algo mas decente, tenemos que ir a la reunión.

—Sabes que no tengo mas que este tipo de ropa, además...

—No hay problema —lo interrumpí—, mi padre debe tener algo para ti, voy a buscar —me giré y caminé unos pasos.

—No voy a ir, Gilbert —soltó.

—¿Qué? —volví a acercarme a él— ¿Por qué no?

—Sabes por qué —suspiró—, no quiero quitarte ninguna oportunidad ni provocar que te vean mal. Prefiero pasar como un empleado tuyo y no como tu igual.

—Pero eres mi igual —protesté—, no te traje para que me ayudes, te traje para ayudarnos, esto es tuyo, pones en marcha este lugar tanto como yo.

—Lo sé, conozco tus intenciones —río un poco—, pero ellos no, sé que me ves como tu igual y te aprecio tanto por eso, pero si quieres que las cosas vayan bien tienes que fingir que no lo soy.

—Bash, lo siento, siento que las cosas tengan que ser así —dije con la mirada baja.

—No es tu culpa, al contrario, estás mejorando mi vida. Ve, se te hará tarde —palmeó mi hombro.

Le dediqué una sonrisa forzada, fui a tomar mi sombrero y salí de casa. Todo el camino fui pensando en él, Bash era una persona maravillosa pero las personas no se daban la oportunidad de conocerlo únicamente por su color de piel y eso me dolía en gran manera.

Llegué a las grandes puertas del palacio que estaban abiertas de par en par y vigiladas por un par de guardias totalmente llenos de armaduras, había un cartel indicando con una flecha donde estaba ubicado el sitio de la reunión.

Seguí la flecha que me llevó hasta un largo pasaje hecho con arcos floreados de algunos metros y finalmente giraba hacia la derecha mostrando mas pasaje, al final llevaba a un precioso y pintoresco jardín cargado de flores, la mayoría rosas. Había algunas estatuas de ángeles y en el centro había un techo desmontable de tela sostenido con postes de madera para cubrir del sol a las mesas en donde ya había algunas personas.

En una esquina había otro techo desmontable mas pequeño pero con telas mas finas, debajo había dos tronos y una pequeña mesa adornaba de forma elegante, supe que sería para los reyes.

Los Cuthbert se encontraban en la mesa mas cercana y fui a tomar asiento junto a ellos, enseguida nos sumimos en una platica amable.

Minutos después nos indicaron ponernos en pie para recibir a los reyes, me imaginaba salir a un hombre rodeado de capas de ropa fina y joyas y a una mujer muy maquillada con un gran vestido y un tocado, ambos con grandes coronas; pero para mi sorpresa el rey estaba vestido de forma mas casual de lo que imaginaba, con una camisa azul cielo y encima solo una capa delgada de un azul mas profundo. La reina llevaba un vestido rosa claro de tela suelta, no como los vestidos rígidos e incomodos que las mujeres de la alta solían llevar. Ambos eran hermosos, sus rasgos resaltaban por sobre cualquier persona, la reina tenía un cabello dorado y rizado mientras que el del rey era totalmente negro pero abundante y suave.

Love story symphony | Gilbert Blythe x Kit ConnorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora