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Los Jeon eran originalmente de la ciudad de Busan. Antes de que Jungkook naciera, a su padre le ofrecieron una gran oferta de trabajo en Seúl. El señor Jeon y su esposa, quien, ya llevada cinco meses de embarazo, dejaron su pequeña casa en Busan para ir a la gran ciudad en busca de tener una mejor vida, en especial para su futuro hijo. Pero aquella decisión solo les traería dolor y miseria.

Les habían prometido un lugar donde vivir y un buen sueldo, pero cuando llegaron a Seúl, se dieron cuenta que todo fue una gran mentira. Todo era una gran estafa. Sin que lo supieran, los habían llevado a otra ciudad de manera ilegal, al llegar no había un lugar donde quedarse o un trabajo con un buen sueldo.

Los estafadores se habían adueñado de la casa en Busan y la habían vendido junto con las pertenencias que había en esta. Dejando a una familia sin un hogar al cual regresar y en una ciudad nueva y completamente desconocida.

Seúl se caracterizaba por ser una gran ciudad, enormes edificios, la mejor tecnología, las mejores infraestructuras. Pero no se podía decir lo mismo de su gente, o mejor dicho de la sociedad. Seúl era dominado por las familias más poderosas y ricas, que tenían grandes empresas en toda la capital. Personas arrogantes, creídas, personas que harían lo que fuera por obtener aprobación, personas que se aprovechaban de los demás con tal de buscar su propio beneficio.

En la desesperación por sobrevivir en la gran ciudad, el señor Jeon salió a buscar trabajo, ya que los ahorros que se habían traído consigo ya se estaba agotando. No era fácil conseguir trabajo en Seúl, debías tener un título, postgrado, años de experiencia, ser de clase media o alta y sobre todo debías ser de la capital, no permitían que un pueblerino de otra ciudad trabajara allí, eso sería deshonroso, vergonzoso, tenían una imagen que mantener. Como era de esperarse nadie lo contrataba, por el contrario, lo discriminaban e insultaban.

Logró conseguir trabajo en una fábrica a las afueras de la ciudad, al parecer todos los de clase baja terminaban en lugares como ese, trabajo pesado y poca paga. Pero eso era mejor que no recibir nada.

No alcanzaba para comprar un terreno, mucho menos una casa. Tuvieron que adueñarse de una parte solitaria en las afueras de la ciudad para establecerse. Al inicio las paredes eran de madera, con el pasar de los meses fueron de adobe y calaminas.

Cuando el pequeño Jungkook nació, no pudieron registrarlo, sabían que lo único que ganarían es que los regresaran a su ciudad donde tampoco tenían algo, lo mejor era quedarse en Seúl en la pequeña casa que habían construido, escondida de todo y de todos.

Sus padres le enseñaban en casa lo básico, Jungkook no podía asistir a la escuela. A veces iba con su madre a los límites de la ciudad a pasear o a veces a pedir de algo de dinero. Él veía al resto de gente, ropa diferente, casas diferentes. Pero había una diferencia que el pequeño azabache había notado, esa gente no sonreía, no se veía feliz, no veía a los niños sonreír con sus padres y a pesar de ser pequeño empezaba a entender muchas cosas. Jungkook nunca se quejó, porque a pesar de no tener cosas que otros sí, él tenía amor, mucho amor de sus padres, algo que, según él, los demás no tenían. Era amado y feliz, y para el pequeño Jungkook era más que suficiente.

No salían demasiado a la ciudad, a pesar de que había gente que les ayudaba, había otra parte que solo los menospreciaban o insultaban, su madre no quería exponer al pequeño a eso.

"Deberían volver por dónde vinieron" "Lárguense, pueblerinos" "No te acerques, te pueden contagiar la pobreza" "Seguro tienen muchas enfermedades" "Apuesto que nunca en su vida comieron comida decente, ni creo que algún día la lleguen a probar" "No sé porque tuvieron un hijo si ni ellos se pueden mantener" "Indigentes"

Comentarios tontos, algunos sin sentido, pero igual de hirientes.

Jungkook crecía rodeado de mucho amor, sus padres lo protegían, pero no podían protegerlo de la crueldad del mundo, al menos no para siempre.

Ladrón [EN EMISIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora