Relatos pokemon

3. Tiempo

En la tranquila y serena Ciudad Rocavelo, el sol comenzaba a deslizarse sobre el horizonte, tejiendo un manto dorado sobre los techos de las casas y las calles empedradas. En este tranquilo rincón del mundo, dos jóvenes entrenadores Pokémon, Ash y Dawn, compartían un momento de complicidad bajo el resplandor del atardecer.

Ash, con su eterna determinación y pasión por convertirse en el mejor entrenador Pokémon, y Dawn, con su encanto y gracia natural, habían compartido innumerables aventuras a lo largo de sus viajes juntos. Sin embargo, detrás de las risas y las batallas, latía un sentimiento que ninguno de los dos se atrevía a expresar.

Esa tarde, mientras paseaban por el pintoresco parque de la ciudad, un silencio incómodo se cernía sobre ellos. Dawn observaba las flores mientras Ash jugueteaba nerviosamente con su gorra. Ambos querían decir algo, pero las palabras parecían atrapadas en sus gargantas, como estrellas que se negaban a salir en la noche más oscura.

Finalmente, fue Dawn quien rompió el silencio. Con una voz apenas un susurro, habló de sueños y esperanzas perdidas, de corazones que anhelaban lo que nunca podrían tener. Sus palabras resonaron en el aire, llenando el espacio entre ellos con una mezcla de tristeza y resignación.

Ash la miró con los ojos llenos de comprensión, pero también con una sombra de dolor. Sabía lo que ella sentía, porque él también lo sentía en lo más profundo de su ser. Pero, como siempre, sus propios miedos e inseguridades lo mantenían prisionero en un mundo de "qué pasaría si" y "quizás algún día".

El sol se deslizaba lentamente hacia el horizonte, tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados mientras el aire se llenaba con el canto de los Pokémon que habitaban el parque. En ese momento mágico, Ash y Dawn se encontraron mirándose el uno al otro, como si pudieran leer los secretos más oscuros del alma del otro en sus ojos.

- Lo siento - murmuró Dawn, rompiendo el hechizo que los había envuelto.

- No tienes que disculparte - respondió Ash con voz suave. - Ambos sabemos que hay cosas que nunca podrán ser.

Una triste sonrisa se curvó en los labios de Dawn mientras una lágrima solitaria se deslizaba por su mejilla. Quería decir más, quería expresar lo que sentía, pero las palabras se negaban a salir. En cambio, se contentó con mirar a Ash con ojos llenos de amor y tristeza, anhelando un futuro que nunca sería.

El tiempo pasó en un susurro de hojas y un parpadeo de estrellas mientras los dos jóvenes permanecían allí, atrapados en un momento eterno de amor no correspondido y palabras no dichas. Sabían que el destino los llevaría por caminos separados, pero por un breve instante, se aferraron a la ilusión de que el tiempo se detendría y el mundo entero desaparecería a su alrededor.

Pero el reloj del universo no se detiene por nadie, y pronto el sol se hundió completamente bajo el horizonte, sumiendo al parque en la oscuridad. Con un suspiro resignado, Ash y Dawn se pusieron de pie y comenzaron a caminar hacia la salida, dejando atrás el lugar donde habían compartido un momento de intimidad y dolor.

A medida que se alejaban, el viento susurraba entre los árboles y las estrellas parpadeaban en el cielo, como testigos silenciosos de un amor que nunca sería. Y en el corazón de Ash y Dawn, quedaba el eco de lo que podría haber sido, perdido en el flujo eterno del tiempo y el espacio.

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¡Holichiwa! ... Okay, no.

Tres actualizaciones en una semana es mucho hasta para un novato como yo jajajaja, pero me he sentido con ganas de escribir un poco - aunque debería hacer mis proyectos de la U, o trabajar horas extra en mi trabajo... ¡Yo elijo ser feliz! -, las actualizaciones constantes se están acabando y no es por falta de ganas, sino por falta de ideas. No todas mis historias serán necesariamente tristes, ni terminaran con nuestros protagonistas sufriendo por amor, es solo que me nació tratar cosas tan reales como los problemas de amar.

Caulquier duda, idea, comentario, corrección o mentada de madre; estaré encantado de leerlos.

¡Beban bastante agua!