Prólogo 1/2

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Un niño que no recordaba nada de sus primeros seis años de vida.

Durante casi toda su infancia vivió solo en las frías, oscuras y peligrosas calles de su ciudad hasta que encontró un niño en una situación similar a la suya.

A partir de entonces se trataron como hermanos y vivieron juntos diferentes situaciones.

Aprendieron y vieron cosas que no deberían haber conocido a su edad pero nadie nunca les dijo aquello.

Crecieron y entonces, con más de treinta años decidieron cambiar de ciudad y comenzar una nueva vida en Los Santos. Una ciudad conocida por lo extraña que era. Los criminales y los policías se codeaban entre ellos, a pesar de lo grande que era todos se conocían y siempre ocurría algún evento inexplicable.

Empezaron trabajando como basureros y después le siguieron muchos trabajos más, hasta que de broma, decidieron postular para ser policías. El Superintendente que ya conocía como eran decidió contratarlos en un cargo que no existía como tal, policía de tráfico.

Estuvieron trabando como agentes de tránsito hasta que por fin consiguieron entrar como alumnos. Poco tiempo después, su hermano, Horacio Pérez, quedo flechado por un comisario, Víctor Volkov.

Desde el principio le pareció una situación graciosa, pero siempre lo apoyo.

Ellos dos no tardaron en hacer que su nombre fuera conocido por toda la ciudad. Consiguieron amigos y enemigos de forma paralela.

Y de alguna manera, consiguieron el cariño y la protección de la persona menos esperada de todo Los Santos, el Superintendente Jack Conway. Un hombre malhumorado con una boca sucia y filosa que no importaba con quien hablará, siempre le decía la dura y cruda verdad.

Por culpa de sus tonterias y bastantes problemas tuvieron que ser despedidos e ir a federal, aunque con un poco de ayuda consiguieron salir. Pero no podían ser policías, por lo menos de forma descubierta, tenían demasiados enemigos y era muy peligroso. Por lo tanto, volvieron al cuerpo como subinspectores pero esta vez encapuchados, nadie más salvó Conway y los de arriba conocían quienes eran.

Todo iba bien hasta que en una misión, en la cuál tenían que infiltrarse en una mafia, todo acabo mal.

A Gustabo se le fue la cabeza y decidió entrar en la mafia. Horacio, como siempre, lo siguió.

Y poco a poco Pogo volvió a la vida.

Seguro te preguntaras : ¿Quién és Pogo?

Si le preguntabas directamente a Gustabo te diría que es una maldición que tiene desde que tiene memoria. Horacio diría lo mismo.

La realidad era otra.

Pogo era Gustabo y Gustabo era Pogo.

Pogo era un sistema de defensa que se activaba cuando Gustabo no podía con una situación o quería escapar de ella. Esta defensa fue creada gracias a todo lo que vivió en las calles. Con el tiempo la defensa se volvió más cínica, cruel y Gustabo, al no poder aceptar esa parte de sí mismo, decidió ponerle nombre y denominarlo como maldición.

Con el tiempo se acostumbró y creyó de verdad en ello, que aquella otra faceta suya era una maldición

Cuando, después de tanto tiempo, Pogo comenzo a volver, tuvo miedo. El no sabía controlarlo, pero cansado de todo lo que ocurría a su alrededor, decidió dejarlo(dejarse) ser.

Durante el camino se enteró de cosas, las cuáles ni en un millón de años hubiera creído.

Como por ejemplo, que Jack Conway, era su padre. El de verdad, él de sangre, él cuál odio por tanto tiempo y a la vez lloró por querer conocerlo.

Y al final, como esperaba, todo salió mal.

Gente herida, muertes, peleas, traiciones y el final de todo, llegó con la explosión de aquella iglesia.

Pensó que moría, que sus seres queridos también lo hacían y esperaba que si podía vivir otra vida, poder reencontrarse y ser felices.

Pero no murió, casi dos meses después salió de un coma y se encontró a sí mismo internado en un hospital psiquiátrico. No sabía nada del exterior, solo lo estrictamente necesario, como que su hermano, Horacio y padre, Conway consiguieron salir con vida, a duras penas.

Nadie lo visitó y el tampoco necesitaba que alguien lo hiciera. Gracias a ello tuvo mucho tiempo para pensar.

Estuvo internado durante casi cuatro años y cuando sólo le faltaban cinco meses para salir de aquel lugar. La CIA lo visitó.

Le implantaron otra misión, esta más fácil, vigilar y mantener tranquilo y a salvó a Jack Conway, el Superintendente de los Santos y el único que podía llevar eso trabajo.

Dos meses después llegó su compañero Gonzalo o como se presentó ante todos, Isidoro Navarro.

Hacer todo aquello fue fácil, al fin y al cabo tenían la ayuda de la persona más importante y con más poder del Hospital, Carla Castro, otra agente encubierta por la CIA.

Al pasar los meses y salir, fue fácil hacer que todos se creyeran su pérdida de memoria. Después de un reencuentro movidito con Conway y Trucazo, volvió a entrar en el cuerpo de policía, como subinspector.

Pensaron que todo iba a ser fácil, solo debían seguir la misión al pie de la letra y al finalizar podrían irse.

Gustabo y Gonzalo no esperaban encariñarse con aquel extraño cuerpo policial. Tampoco divertirse tanto.

Y sobre todo, Gustabo no esperaba que las ganas de morir que llevaba guardadas desde hace tantos años comenzarán a desaparecer. Todo gracias a la gente que lo rodeaba pero había alguien en especial que lo ayudaba de más,mucho más,

James Gordón.

..........

Aquí termina la primera parte del prólogo.

Espero lo hayan disfrutado.

Un saludo.

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