Capítulo 1

1 0 0
                                    


Querido escurridizo príncipe azul

Ya no te espero. Tampoco sueño con que aparezcas subido en un caballo de pelaje blanco que guíe sus pasos hacia mí. Mi corazón se ha chocado demasiado tiempo contra la cruda realidad, el suficiente como para hacer añicos cualquier fantasía relacionada con encontrarte. Ahora soy más consciente de que no aparecerás con tu cabello dorado, ojos verdes y sonrisa radiante, para sostenerme entre tus brazos, ver algo increíble en mí y proponerme el disparatado, pero tan bien sonante «vivir felices y comer perdices».

La niña que soñaba contigo y la adolescente que se emocionaba con encontrar al príncipe azul en cada nuevo amor está cada vez más perdida en mi interior, más pequeña, pero sé que sigue ahí. Todos los días debo susurrarle que eso no sucederá. En la vida real no hay finales perfectamente felices y tampoco ocurren las cosas con el idilio propio de los cuentos de hadas.

Es hora de abandonar la fantasía y las viejas creencias, y abrirme a un mundo donde la imperfección puede llegar a resultar hermosa.

Hay muchos tipos de finales. No sé si hay uno feliz reservado para mí, pero prometo esforzarme en construirlo dentro de mi caos y junto a alguien que no se parezca lo más mínimo al príncipe azul, si la ocasión lo merece.

Una princesa escéptica.

Archivo el correo en la bandeja correspondiente, lugar donde quedan en el olvido todas las cartas que he escrito en los últimos ocho años. Mi nueva inseparable— la TravelMate C100 de Acer— sustituyó recientemente a mi TRS-80, que tantos dolores de cabeza me dio cuando hace años cometí el error de publicar una de mis cartas privadas en el foro online del instituto.

Los teléfonos también se han modernizado. Ahora ya no cargo con el pesado Motorola DynaTac, sino con un ligero Nokia 7650.

En realidad, todo ha cambiado.

Han pasado ocho años desde que me despedí de Keelan Layland en aquel puerto y trece desde que me despedí de los hermanos Crawford. Durante los últimos años, me he dedicado a hacer la carrera gastronómica, especializándome en pastelería, concretamente en la rama de la alta repostería. He estudiado un nuevo idioma— francés— y he empezado a trabajar en una pastelería donde, francamente, me va genial.

En cuanto el terreno amoroso, ha habido innumerables citas, cada cual más desastrosa que la anterior. He tenido la suerte de conocer a las personas más extrañas que puedan existir, las suficientes para abandonar por completo la idea de encontrar a alguien normal en este mundo— entre ella un obseso del orden y la pulcritud que debía examinar hasta el último rincón del restaurante, un hombre algo más mayor que aseguraba que tenía más de cuatro personalidades y que cada una tenía unos planes diferentes conmigo, y un chico más joven que yo por unos años que esperaba encontrar diversión acostándose con una madurita—.

Mis amigos fueron los artífices de cada cita. Llevaban a cabo un detenido trabajo de campo y luego me convencían de quedar a pesar de los chascos. Pero llegó un momento en el que me di por vencida.

Silma ahora es trabajadora social y ayuda a que los niños huérfanos puedan encontrar una familia y un hogar donde recibir mucho amor. Lleva la procesión por dentro. No ha podido quitarse de la cabeza aquel encuentro con su hija. No la ha vuelto a ver, pero sí ha recibido multitud de dibujos y juguetes que la niña le ha ido haciendo llegar a Vicenzo para que se ocupara personalmente de entregarlos.

Tanto Fiore como Müller están ahora más en contacto que nunca— y me atrevería a decir que con la misma chispa de entonces. Punto a favor teniendo en cuenta que ambos siguen solteros— y quedan siempre que pueden para tomar un café y compartir confidencias.

Celest Saywell y los 00: Cartas al príncipe azul.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora