Capítulo 13

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Cada día tengo más claro que la historia no depende de uno, depende de las emociones. La vida es un lienzo en blanco, y nosotros somos los artistas que le damos forma con nuestras acciones, pero al final del día, son las emociones las que dan color y vida a cada pincelada.

Entre sueños entrecortados por la resaca de los hongos, me sentía atrapada en un laberinto de sensaciones confusas. El mundo giraba a mi alrededor como si estuviera montada en una montaña rusa de emociones. Dolores de cabeza, náuseas y un malestar generalizado se apoderaban de mí, mientras intentaba luchar contra las alucinaciones que me envolvían como una manta pesada.

—¡Mierda! —exclamé, entre gemidos de dolor, sintiendo cómo el mareo amenazaba con arrastrarme hacia la oscuridad.

La voz de Novy resonó en la habitación, llena de preocupación y cuidado.

—¿Isa, estás bien? ¿Qué te pasa? —preguntó, su rostro borroso se acercaba lentamente a mí.

—Joder, Novy, no lo sé. Me siento como si hubiera sido atropellada por un tren. —respondí, luchando por abrir los ojos y enfocar mi mirada en él.

Los recuerdos de la noche anterior eran borrosos, como si estuvieran envueltos en una bruma densa y opresiva. Recordaba flashes de risas y conversaciones, pero todo parecía distante y surrealista.

—¿Recuerdas lo que hicimos anoche? —preguntó Novy, su voz resonando en el vacío de mi mente.

Negué con la cabeza, sintiendo una punzada de ansiedad ante la idea de no poder recordar lo que había sucedido.

—No lo sé, Novy. Todo es un borrón en mi cabeza. ¿Qué demonios hicimos anoche? —murmuré, sintiendo el peso de la incertidumbre aplastándome el pecho.

Novy me miró con compasión, sus ojos llenos de entendimiento y ternura.

—No te preocupes, Isa. No importa lo que haya pasado anoche. Lo importante es que estás aquí ahora, y juntos vamos a superar esto —dijo, extendiendo una mano para ayudarme a levantarme.

Me aferré a su apoyo con gratitud, sintiendo cómo su presencia me brindaba un rayo de esperanza en medio de la confusión. Aunque los recuerdos se desvanecían como humo entre mis dedos, sabía que mientras tuviera a Novy a mi lado, podría enfrentar cualquier desafío que la vida me presentara.

La soledad se apoderó de mi apartamento mientras Novy se marchaba, dejándome a merced de mis propios pensamientos y emociones tumultuosas. El fin de semana se extendía frente a mí como un vasto océano de tiempo sin rumbo, y me sumergí en la vorágine de las tareas de la universidad como una tabla de salvación en medio de la tormenta.

Cada página que pasaba era un intento desesperado por mantener mi mente ocupada y alejar los demonios que acechaban en las sombras. Pero a medida que la noche del domingo se acercaba y finalmente completaba todas mis obligaciones académicas, me encontré frente a un vacío abrumador que me consumía lentamente.

Me senté en el sofá, observando las sombras danzar en las paredes mientras contemplaba el caos de mi vida. ¿Qué rumbo estaba tomando? ¿realmente podría superar todo lo que había pasado? Cada pregunta resonaba en mi mente como un eco en una caverna oscura, sin respuestas claras a la vista.

En un intento desesperado por despejar mi mente, me dirigí hacia el rincón donde se encontraba mi piano, cubierto de polvo y olvido. Las teclas resonaron con timidez bajo mis dedos, recordándome una época pasada, donde la música era mi refugio y mi consuelo.

Cerré los ojos y dejé que mis dedos se deslizaran sobre las teclas, buscando la armonía perdida entre los acordes y las notas. Por un momento, me perdí en la melodía, permitiendo que la música me transportara lejos de mis preocupaciones y temores.

Lo que nunca te dije, pero siempre penséDonde viven las historias. Descúbrelo ahora