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Jimin.

Cuando llego a la casa en mi cabeza sigue rondando lo ocurrido en la mañana, trato de no darle muchas vueltas al asunto. No es como si fuera a pasar, además de que obviamente Misuk me tiene miedo.

Cuando guardo el auto en el garaje la brisa fría sopla mi piel, el haberme quitado el saco y la corbata hace que este se sienta. Saco del maletero las bolsas que Jungkook me entregó hace unas horas.

Le pedí ropa para Misuk y no se opuso, lo que si me amenazó como cien veces con que si asustaba a su hermana o le pasaba algo estando conmigo me mataba. Sonreí irónicamente cuando recordé lo último. Si que tiene cojones para amenazarme. Cierro el maletero y camino por la puerta interna hasta la casa. Dejo las bolsas sobre el sofá, al igual que el saco, la corbata y mi arma. Le pongo el seguro para por si acaso. Ni siquiera se porqué lo pienso y camino hasta la habitación de Misuk.

Antiguamente había comprado esta casa para vacacionar cuando me sentía mal conmigo mismo, el estar alejada de la ciudad y en una zona vigilada la hacía más segura.

Tenía lo necesario dentro, aunque en mi antigua habitación había sacado algunas cosas para más privacidad de ella. Recordé las palabras de Jungkook y un temblor sacudió mi estómago en advertencia. Ignorándolo ingresé al cuarto llevándome la sorpresa de no haber nadie. El silencio reinando y dejé lo que le había traído encima de la cama.

Doblé las mangas de mi camisa negra hasta los codos, mis venas marcadas sobresaliendo considerablemente. Tomé mi arma y la puse en el cinturón por seguridad. De nuevo esa espina clavada.

Luego de buscar por toda la casa y no encontrar rastro algunos de ella ya comenzaba a alterarme y a tener un mal presentimiento.

Cuando salgo afuera miro en todas direcciones, lo único que veo es el lago, los altos pinos y una pequeña figura sentada en el muelle. Se ve pequeña desde aquí y la ropa que trae puesta la reconozco como la palma de mi mano.

Es atrevida, me digo a mi mismo indignado cuando camino hasta quedar varios metros detrás de ella, mi ropa le queda grande, se nota desde aquí. Y me pregunto el qué la llevó a tomarla sin mi permiso.

Mierda, recuerdo que solamente le había traído una muda de ropa y era prácticamente un pijama y ropa interior. Lo último me hace tragar en seco y recuerdo que Jungkook me dijo que en una bolsa le había puesto ropa interior. Despejo mi mente cuando el claro sonido de un sollozo llega a mí y no es hasta que la miro fijo que noto que está llorando.

¿Por qué cuando llora me siento tan extraño?

Es algo que no me gusta, y lo debo admitir. Así que respirando profundo con ese deje de malestar camino hasta su lado.

Ni se inmuta en levantar la vista cuando me siento a su lado.

—Misuk— llamo tranquilamente sin obtener respuesta. Ella hipa pero ya no solloza y la veo temblar cuando menciono su nombre.

Inconscientemente mi mano se levanta y aterriza en su cara, levanto su barbilla y siento miedo de hacerle daño. Respiro hondo antes de que nuestros ojos se encuentren y mi pecho se aprieta al ver los suyos rojos e hinchados, mi mano se mueve y limpia sus lágrimas pasando el pulgar por sus mejillas hipnotizado.

—Ya puedes sacar tu mano— su voz es en murmuros cuando habla y me saca del trance quitando mi mano como si su piel quemara.

La veo sorber su naríz dispuesta a levantarse y antes que lo haga estoy tirando de su mano hasta hacerla sentarse de nuevo. Su piel es suave y su mano pequeña al lado de la mía.

—Debemos hablar — expreso desabrochando el primer botón de mi camisa para poder respirar y la veo mirarme disimuladamente hasta perder su vista en el agua frente a nosotros.

El hilo rojo de la Mafia  •PJM• Donde viven las historias. Descúbrelo ahora