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No puedo pegar ojo, el techo ha sido dueño de mi mirada por lo que parecen horas, las sabanas acarician mis piernas mientras busco la comodidad que no puede brindarme este colchón, la tardía llegada del sol me mantiene consternada y con un suspiro me puse de pie.
Observé a través de las cortinas como las estrellas se adueñaban casi por completo de la oscuridad y las lagrimas que contuve humedecieron mis mejillas recordando como aquellas comparaciones me habían definido por gran parte de mi vida.
Nuestra similitud era casi nula y a pesar del silencio de las voces extrañas pude reparar en cómo sus miradas atravesaban mi pecho dejando al descubierto esa extraña sensación de desconocimiento e ignorancia que presidia de mi existencia.
Decidí hacer de la ignorancia mi fiel compañera con la incertidumbre de sus impresiones, apoyé mis codos en la ventana cubriendo mi rostro con los dedos ¿Cómo pude permitir que sus palabras desequilibraran tanto a mi mente? Ahí radicaba el verdadero problema, no era allí donde sangraba.
No puedo seguir guardando silencio.
Con la cabeza nublada me acerqué a donde mis botas se encontraban retirando un afilado y pequeño artefacto que llevé conmigo cerrando la puerta detrás de mí, mis pensamientos confusos aceleran mi corazón y sin rumo camino a través de la oscuridad.
Cerré los ojos dejando que su presencia se metiera en mi cabeza, era vaga, pero podía seguirla, su rastro me llevaría hasta él, con varios minutos de tardanza pude encontrar como aquella puerta sellada me llevaba a mi objetivo, dos hombres custodiaban de manera rigurosa la entrada.
Ardí en rabia y en la oscuridad mi movimiento los lanzó de manera estrepitosa, mi cabeza comenzaba a palpitar, pero ignoré el punzante dolor y continue con la misión que me había propuesto.
Observé tras mis hombros como aquellos guardias yacían en el suelo inconscientes, no pensé mucho en ello y me adentré a la oscura habitación, con sorpresa pude observar como la cama del príncipe estaba vacía.
Observé la habitación, mis ojos acostumbrados a la Penumbra no pudieron hallarlo ¿Dónde está este maldito?
De pronto un pasadizo se abrió desde a habitación permitiéndome observar como este cubierto de una capucha negra entraba en silencio, tapé mi boca evitando que cualquier sonido pudiese delatar mi posición.
Él por en cambio estaba soltando pequeños suspiros cansados, observe como hacia el ademan de encender una de las antorchas que colocó en el metal procurando iluminar la habitación.
Con el corazón acelerado me acerqué a su cuerpo y puse el afilado objeto sobre su cuello, se detuvo de manera abrupta.
—Guarda silencio si no quieres que rebane tu cuello en este momento, —No dijo nada y por suerte los guardias no parecían haber despertado aún, —Si vuelves a faltarme el respeto prometo que sufrirás el peor sufragio que jamás hayas imaginado.
—Karissa...
A pesar de que no hizo el ademan de quitarme la colera burbujeo en mí.
—Dije que guardes silencio, —Con ello corté finas de su piel, se quejó en voz baja y levantó las manos, —Esto te lo diré solo una vez y espero que no tenga que volver a repetirlo, —Él negó con la cabeza y yo sentí sus latidos a través de mi antebrazo, —Si fuera por mi te mataría en este mismo instante, pero no es conveniente, para mi mala suerte no lo es.
—Karissa...
Moví un poco más el cuchillo dejando que su sangre comenzara a brotar de manera tortuosa por su cuello.
El olor de su piel atravesó mis fosas nasales llevándolas a un éxtasis desconocido, la picazón en mis dedos no se detuvo e impulsivamente me permití pasearlos con suavidad por la tez manchada de rojo, la belleza de su piel untada en color escarlata me erizó el cuello.
—Yo no sé quién te creas, pero no me conoces y más vale que no me subestimes, —El negó meneando su cabeza de manera lenta, —En frente del mundo estrecharemos las manos y no me llevarás la contraria porque si no prometo hacer que este matrimonio sea un martirio.
—Lo he entendido perfectamente, —Retiré el cuchillo de su piel no sin antes arrastrarlo de manera leve dejando un pequeño aviso marcado en su piel, un jadeo escapo de sus labios de manera sonora cuando me alejé de su cuerpo.
—Espero que este mal entendido no sea problema, —Mencione limpiando el cuchillo que estaba con un poco de sangre, —Ambos sabemos que por el bien nuestros reinos esto debe quedar entre usted y yo, señor Deorum ¿Está usted de acuerdo?
—Completamente, —Acarició su cuello de manera lenta.
—Me retiro por esta noche si es ese el caso, —Recorrí con los ojos su rostro iluminado por el fuego y tragué mordiendo parte de mi labio cuando observé su mirada, sus pupilas habían aumentado en tamaño y la respiración era sonora y visible en como su pecho subía y bajaba, aunque casi de manera imperceptible.
Su cercanía aumento de un segundo para otro y sentí como el frio de la pared me sacaba un escalofrío, de su boca no salían palabras, pero mi respiración acelerada se unió a la suya cuando sus dedos recorrieron mis clavículas hasta levantar mi mentón y enfrentar su mirada.
Su rostro se acercó al mío y su aliento amentado acariciaba mis fosas nasales, con los segundos su cercanía aumentaba y sus labios casi parecían magnéticos, sus dedos levantaron más mi mentón cuando sentí el roce de sus labios.
Mis dedos quedaron manchados de sangre cuando lo empujé hacia atrás y cubrí mi cabeza con la capucha, con ello abandoné la habitación agradeciendo que ambos guardias siguieran entre sueños sobre el suelo, corrí prácticamente por los pasillos sintiendo el frio suelo bajo mis pies con el corazón galopante en mi pecho y me permito respirar con la libertad de la que su presencia me privaba.
Mis pies terminaron por guiarme hacia la habitación en la que residía, cerré la puerta sintiendo la madera tras mi espalda con el adrenalínico sentimiento que recorría a través de mis venas, un extraño sentir se alojó en mi vientre.
Una excitación desconocida acaricio mi cuerpo.
Observe a mi alrededor buscando algo que sirviese de corta fuegos si alguien osaba a entrar, al menos tendría unos segundos para buscar algo con lo que defenderme, corrí un mueble con algo de dificultad cubriendo la puerta.
La emoción no me permitió pegar un ojo por lo que pareció una eternidad completa, la oscuridad se adueñó de mi cabeza sin siquiera caer en cuenta de ello y caí inconsciente.
Con más amor del que puedo profesar -Miss Black.
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Sed de sangre azul.
FantasyLa traición abunda por los pasadizos del castillo cual secretos en lenguas ajenas, aquellos ojos que todo lo ven no guardan silencio murmurando a través de brisas que no callan. Una monarquía creada a base de una alianza va a cambiarlo todo, no todo...