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07:05 A.M
NARRADORA
—Te veo luego, amor. —Tanya se despide de Helena con un suave beso en sus labios, dirigiendose hacia la puerta, no sin antes compartir una mirada cómplice con Irina—. Hermana.
—Hermana. —la más alta corresponde la despedida, asintiendo con la cabeza al captar la indirecta.
Ambas saben que las cosas no están bien. Lo que pasó en la noche tuvo repercusiones mucho más graves de lo que se podrían esperar. Kate no le dirige la palabra a nadie, en especial... A Helena.
La compañera de las tres opta por sentarse en el sofá más grande, bebiendo un poco de té. Ella e Irina son las únicas en toda la casa, ambas en la sala de estar a la espera de que la última rubia decida irse al trabajo. Digamos que era algo así como una costumbre. Helena siempre se encargaba de despedir a las tres mientras desayunaba, era una rutina matutina que venía sin romperse ya un buen tiempo, o al menos... Así fue hasta el día de hoy.
—¿No vas a comer algo más? —inquiere Irina, acercándose hacia el living para tomar sus llaves de la pequeña mesa central que está enfrente de su compañera, quien luce... Muy afectada por el asunto—. ¿Dulzura? —llama su atención por segunda vez, en vista que la morena permanece con la mirada perdida.
—¿Ah? —la castaña parpadea repetidamente, alejando la taza de sus labios—. Perdón, cariño... No te oí, ¿qué decías? —sonríe como puede, cruzando sus piernas con esa típica gracia que pone a Irina de rodillas.
La rubia no puede evitar suspirar algo encantada, adorandola un poco más de lo que ya lo hace—. Preguntaba si no comerías algo más. —repite, ahora devolviendole la sonrisa—. Puedo hacerte algo rápido si tú-...
—Claro que no, como crees. —su compañera la corta muy ofendida, dejando su taza en la pequeña mesa antes de cruzarse de brazos y recargarse por completo en el respaldar—. Yo puedo hacerlo sola. —Irina ya se sabe de memoria como se pone su mujer cuando se habla de actos que... "ofenden su independencia"—. No soy un bebé. No poseo super velocidad y agilidad como ustedes, pero soy muy autosuficiente. —continua con el reproche.
Es ahí cuando Irina debe resistir el impulso de girar los ojos. Ama a su compañera, enserio que lo hace, pero no entiende como a veces es así de arisca con gestos que buscan ser atentos y tiernos.
"Eso me pasa por querer ser la novia perfecta" piensa de mala gana.
—Me voy, entonces. —le hace saber, incapaz de ocultar el leve tono molesto cuando rodea la mesa y va hacia ella para dejarle un dulce beso en sus labios en despedida—. Te veo en la noche, quizás llegue un poco más tarde de lo-...
—Perdón. —ella la interrumpe, sosteniendola del abrigo con tal de tener su cara no muy lejos. En esa posición inclinada la espalda de Irina sufre, pero no le queda de otra que ceder al toque de su mujer—. Solo tenía que decirte gracias... —el dolor en su mirada pone en alerta a la vampira—. Eres muy dulce mi amor, es solo que... Mi cabeza está en otras. —explica como puede, porque el nudo en su garganta ya no la deja hablar.
