Final

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Décadas después...

Cuando Jungkook era un ser humano, el olor era el menos apreciado y subutilizado de sus sentidos, pero como lobo, era tan importante para él como sus ojos y oídos. Era lo último en lo que pensaba, cuando se quedó dormido y lo primero que percibió al despertarse. Y, si el olor en su nariz no era el de su compañero, el lobo dentro se pondría muy, muy molesto.

Sus sentidos despertaron lentamente y lo primero que notó, fue el olor a Jimin, maduro y penetrante en sus fosas nasales. Probablemente, necesitaba un baño para los estándares humanos, pero le gustaba el chico así. Olía... bien usado.

Lo segundo que percibió, fue la sensación del cuerpo apretado de su compañero aún enredado en su nudo que se había hinchado de nuevo durante la noche. La tercera cosa, era que realmente necesitaba orinar y la constricción alrededor de la base de su polla no le hacía ningún favor a su vejiga. Jimin tenía sus pequeñas manos cerradas alrededor de su bíceps y lo estaba usando como una almohada. Gimió e intentó moverse. Su compañero emitió sonidos desagradables, somnolientos y resoplantes, como si creyera que su Alfa lo estaba dejando.

Jungkook olfateó la parte posterior de su cuello y le murmuró: —Solo tengo que orinar bebé. Estaré de vuelta en un minuto.

Trató suavemente de sacar su nudo de entre las nalgas apretadas de Jimin y el chico simplemente lo apretó con más fuerza, gimiendo y lloriqueando como si sintiera dolor. Rodó los ojos. Pequeña reina del drama. Como si ese pequeño estiramiento lo lastimara. Conocía la verdad... Jimin era un completo dolor de estómago y una puta total, hasta la médula. No había nada que amara Jimin más que la enorme polla de su compañero muy dentro de sus entrañas. Pensó que podría haber tenido algo que ver, con la forma en que lo había convertido, y ahora Jimin lo ansiaba así. Él no era el único, sin duda le venía bien. Una puta sangrienta, brutal y violenta era algo que todos los hombres lobo disfrutaban.

Era totalmente animalista, sin inhibiciones, sin restricciones. Pero realmente, realmente necesitaba orinar ahora.

Se movió de nuevo. Jimin gruñó y le mordió el brazo. Él bloqueó sus caninos en la carne del músculo para que no pudiera alejarse de él. Los ojos dorados del chico brillaron. Bien, eso era lo que quería el cachorro, está bien.

Sintió el vientre caliente de Jimin bajo su mano. Todavía estaba lleno y distendido desde la noche anterior con su semilla. Estaba a punto de estar mucho más lleno. Apretando sus abdominales, forzó la orina de su dura polla. Tuvo que intentarlo al principio, pero una vez que comenzó el flujo, era imposible detenerse. Suspiró aliviado mientras vaciaba su vejiga en el culo de Jimin.

La extraña sensación y el hedor acre de la orina sobresaltaron a este, despertándolo completamente y gritó con ira, golpeándolo en el muslo

—¡Jungkook! ¿Seriamente? ¡Qué mierda!

Solo acaricio su cabello, manteniendo inmóviles las caderas para poder sacar la última gota. Ciertamente no era la primera vez que se enojaba Jimin. Ni por asomo. De hecho, como la mayoría de los perros, marcar su territorio era uno de sus pasatiempos favoritos. Le encantaba follar a Jimin inconsciente y luego orinar sobre él. El chico podía oler su sudor y su semilla, pero el potente olor de la orina del Alfa duraba mucho después de múltiples lavados. Y, por supuesto, una vez que se desvanecía, solo lo marcaría con olor.

Lo único que le gustaba más que marcar a Jimin, era cuando el chico se enfadaba accidentalmente. Le encantaba ponerlo boca arriba cuando estaba siendo descarado, sostener al cachorro por el cuello y joderle la rebeldía como lo haría un buen Alfa. Sabía que había tenido éxito, cuando Jimin se sometía y cubría su vientre con su propia orina húmeda, su cuerpo traicionándolo y reconociendo su dominio, aun cuando esos ojos azules todavía chispeaban con insolencia.

Sed de sangre ; kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora