" La insuma y ocasional visita a la biblioteca no era una preocupación, hasta que un empleado nuevo cambiaría su vida, haciendo que poco a poco su estado se vaya deteriorando por su amor, su imposibles y frágiles encuentros le darían vida a ésta his...
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Las ilimitadas paredes mantenían la compostura de Támara, aquella chica conjugaba una buena vida, o así pareciera. Llevaba 7 meses en una relación con Álvaro, el masculino provenía de una buena familia. Era alguien educado, dotado, hacía deporte. Era todo lo que sus padres deseaban para ella y para su futuro, ellos creían que el amor solo iba a funcionar si las cualidades eran compartidas entre ambos.
Agregando, Támara ejercía su quinto año en la universidad, estudiaba medicina. Era su sueño desde que se acordaba, le quedaban al menos dos o tres años para finalizar el recorrido y admitirse en una carrera apta. Era difícil, pero ella siempre fué alguien de quien admirar, desde corta edad su esfuerzo en los estudios se hizo notar, sus notas eran excelentes y eso se mantuvo hasta hoy, hasta sus 23 años.
Los días de la fémina no eran difíciles, estudiaba largos periodos de tiempo, pero eso no era un problema para ella. Al contrario de otros, le gustaba un montón tener que abrir un libro, más si es de la carrera que deseaba tanto aprender. En sus ratos libres, mayoritariamente compartía su tiempo con sus dos amigos, también de su misma carrera; Simón y Jenna. Ambos eran más grandes que ella, pero no era una preocupación para ellos, siempre hallaban la forma de encontrarse.
Alguna fascinación que Támara siempre destacó, es la obsesión mantenida por los libros; leerlos era algo usual que la ojiazul concedía en su tiempo libre. Siempre se llevaba una gran cantidad de libros a su casa de la biblioteca, le encantaba elegirlos con destreza y admiración, ella lo denomina como la mejor parte del día.
Su literaria obsesión la llevaría a algo más profundo que jamás pensó que experimentaría, en un periodo inesperado Támara se hundiría en un largo camino de fugaces obstáculos que la harían depender de todo lo que ahora vive. La peripecia de la femenina empezaría con su asistencia a la biblioteca, lo que bautizaba común, se convertía en un hecho rebosante de incertidumbre.
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