CAPÍTULO 3

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3. Su único y mejor amigo

Hongjoong estuvo las semanas siguientes apenas sin hablar con nadie. Contestaba a las preguntas con monosilabos como "Si" y "No" y en ocasiones se dignaba a decir "Tal vez". Su actitud preocupaba cada vez más a sus padres los cuales hablaban sobre el tema por las noches cuando creían que el pequeño dormía, pero en verdad él no lo hacía.

Cuando el cielo se volvia oscuro, se asomaba a su ventana como lo hacia en aquella casita de la playa e imaginaba que el paisaje que tenia delante no eran casas ni vehículos sino arena y agua. Si alguien pasaba, ya fuera alto o bajo, recordaba a aquel niño que prometió ser su amigo pero que lo dejó plantado al día siguiente.

Estaba triste y enfadado, tanto con Mingi como con sus padres. Él no quería irse sin antes ver al otro niño, pero ellos le obligaron a meterse en el coche y volver a casa debido a que su madre trabajaba y no podían quedarse más tiempo. Odiaba las obligaciones y odiaba su mala suerte.

El dolor creció en su pecho como si un puñal se clavase en él. ¿Cómo pudo confiar en un desconocido? Más aun, ¿cómo pudo pedirle a alguien ser su amigo cuando acababa de conocerlo? Perdió la cabeza, era la única respuesta para aquello. Su padre siempre le dijo que no hablase con extraños sin importar la edad o el género ya que podía ser peligroso. El era muy inocente por lo que desconocía los verdaderos peligros que podía correr al hacerlo y por eso pensó que el riesgo que el hombre le advertió era ese: el sentimiento de decepción y traición.

Cogió la bolita blanca de su bolsillo y la dejó caer al suelo indiferentemente. Solo era una rabieta de niño pero no sabía lo que significó ese gesto. La perla rodó por el suelo hasta acabar debajo del armario de sus juguetes, un mueble grande y de madera de roble que debía pesar una tonelada.

Aunque la vio meterse ahi debajo siguió con su cara molesta y abrazó sus piernas sentándose en el suelo. Intentaba no mirar hacia el armario pero le era imposible, su vista siempre se centraba allí como si tuviera un imán y sus pupilas fueran un metal.

-Me mintió. No vino... - pensaba haciendo un puchero y apoyando su barbilla en sus rodillas.

Unas voces que provenian del cuarto de al lado llamaron un poco su atención aunque siguió en la misma postura.

-Está cada vez más decaído -dijo la mujer.

-Solo es que quería quedarse más tiempo allí, seguro que se le pasa.

- No lo sé... ¿Pasaría algo en la playa?

-¿Qué iba a pasar? No seas paranoica.

-No lo soy, es que... no sé. Hace algunos días se quedó dormido en el sofá después de comer... por las mañanas está muy cansado... creo que no duerme bien y estoy segura que es por algo que pasó en esa casa. El susurraba en sueños algo sobre el mar y la Luna, y algo sobre una perla...

-Bien, supongamos que es verdad lo de la casa, qué piensas que es? Qué crees que ocurrió?

-No lo sé... ese es el problema.

-Dejémoslo por ahora, cariño. No puede estar callado y enfadado toda la vida, Cuando se sienta mejor, volverá a ser el mismo.

-Ya... pero...

-No te preocupes, encontraremos una solución.

No se escuchó nada más, Hongjoong supuso que ambos ya estaban en el mundo de los sueños, donde él también queria ir pero no se sentía con ánimos.

Abrazó a su peluche de tigre sintiendo la suave piel en sus brazos descubiertos. Siempre le había producido cosquillas pero esa vez no, tan solo la calidez del muñeco por las altas temperaturas del verano. Aún teniendo un ventilador de techo en su cuarto, seguia teniendo calor, la molestia ardia en su interior pero se conocía bien y, pronto, esta se iría dejando solo la tristeza y el deseo de volver y hablar con Mingi.

Bajo La Luz De Luna [AU MINJOONG] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora