CAPÍTULO 2

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-Dara, Dara. ¡Despierta!

Abro los ojos desconcertada y veo una larga cabellera pelirroja. Era mi mejor amiga Laila, que estaba zarandeándome para despertarme.

-Tía. Que te has vuelto a quedar dormida-me dice con un tono de preocupación.

-Sí. Lo siento. Es que no he dormido muy bien-le comento estirando los brazos.

Estábamos las dos en la biblioteca, estudiando para el examen de biología, que era en tres días. Después de las clases, nos fuimos a la biblioteca. Llevábamos dos horas y a mí, por la falta de sueño, me habían entrado ganas de cerrar los ojos. Y se ve que me había quedado dormida.

-Anda. Vamos a la cafetería a descansar. Y a tomarnos un café, que se ve que te hace falta-me dice Laila con una sonrisa, animándome a ponerme en pie y recoger las cosas.

-Dara... Estoy preocupada por ti. Pareces un zombi, con perdón, y la verdad tienes mala cara-me comenta Laila, con una taza de café en las manos.

Suspiro y exhalo profundamente. No le había contado nada sobre mis pesadillas y mucho menos sobre esa gran sombra oscura que parece perseguirme a donde quiera que vaya.

-Es solo el estrés de los exámenes. No te preocupes. Ya se me pasará- le digo, no muy convencida. Me mira y parece que me cree.

-Si tú lo dices...Bueno, para que lo sepas, estoy aquí para lo que necesites-me asegura con su sonrisa característica. Tenía mucha suerte de tenerla. Laila era una de las mejores personas que he conocido: amable, sincera, cariñosa... Era la mejor. Incluso me sentía culpable: yo no era ni la mitad que ella.

-Oye. ¿Vendrás a la fiesta de este sábado, no? Para celebrar el final de este mes asqueroso-me pregunta Laila con expectación. La verdad era que no me apetecía mucho. No soy de las que les gustan mucho las fiestas y estar rodeada de tanta gente, y más borracha.

-No sé, Laila. Quería tomarme este finde para relajarme y qué sé yo, ver una película, cenar sushi...-le respondo, cada vez con voz más baja.

-Vengaaa... No me dejes sola, por favor. Sin ti no es lo mismo. ¡Porfi! -me mira con ojitos de cachorrito triste. Sabe que no me puedo resistir a eso.

-Vaaaale. Pero como me abandones a la primera de turno por un tío...te mato-le amenazo con voz seria. Pero luego las dos nos ponemos a reír.

-Te lo prometo. Las amigas antes que los chicos- y nos entrecruzamos los meñiques, haciendo el "pinky promise".

Una hora y media más tarde, las dos salimos de la cafetería y cada una se va a su casa. Eran las siete y media de la tarde y el sol ya se había puesto. Iba caminando por las calles tranquilamente. Iba en piloto automático, concentrada en seguir el camino hacia mi piso. Mientras repasaba mentalmente los temas estudiados hacía una hora, sentí un escalofrío pasar por toda mi columna. Otra vez esa sensación. Cómo la odiaba. Miro rápidamente hacia mi alrededor, buscándolo con la mirada. No lo encontraba. Seguramente eran paranoias mías, pero algo me decía que la sombra me estaba observando, desde algún escondrijo. Mi respiración se acelera, al igual que mis pasos, hasta que acabo corriendo. Pienso en la pesadilla de esta mañana y empiezo a sudar frío. No quería volver a pasar por esa situación. No otra vez. Corro y por fin llego a mi portal. Paro en seco, para no chocarme con la puerta, y giro la cabeza. Lo que veo me deja con la boca abierta: no había nadie. No me estaba persiguiendo la sombra. Vuelvo a respirar con normalidad y suelto un suspiro. Abro la puerta y subo las escaleras hacia mi piso. Cuando entro, dejo la mochila y me siento en el sofá, casi cayéndome por el cansancio de correr. Cierro los ojos unos momentos, para recuperar el aliento y relajarme. Estaba bien, estaba a salvo. Eso me repetía mentalmente. Me levanto y me dirijo hacia mi habitación. Me pongo el pijama y me acuesto. Cierro los ojos e intento relajar todos los músculos de mi cuerpo. Todo estaba bien y, entonces, me quedo dormida.

Ignoraba que en la ventana estaba esa sombra, observándome dormir. Sonreía y me deseaba las buenas noches.

Esa noche tuve pesadillas...

Un monstruo viene a vermeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora