Discord y el Fantasma de la Opera [Fluttercord]

Cambios

Discord caminaba por uno de los túneles sombreados del laberinto subterráneo. Pero no era simplemente un túnel cualquiera... era el túnel que conducía a su habitación.

Se maldijo a sí mismo una y otra vez mientras caminaba, sintiéndose como un tonto por estar allí. ¿Qué estaba haciendo aquí de todos modos? Se pasó una pata por su cabello negro algo largo, sabiendo la razón completa. Ella lo había llamado monstruo... y tenía razón.

Desde la noche que la escuchó cantar y la vio bañándose en la laguna, no confiaba en sí mismo cerca de ella. Era hermosa, seductora y tenía la voz de un ángel. La música era su mayor pasión y ella encarnaba la música. Ella le había demostrado innumerables veces que era una yegua única. Tenía un espíritu que no se acobardaba ante él ni ante otros sementales, apoyaba a sus seres queridos, su naturaleza era amable y no se dejaba cegar tan fácilmente por las ilusiones que otros creaban frente a ella... como el Príncipe. Y todavía no entendía por qué... por qué cuando ella tuvo la oportunidad de huir y ser libre, regresó a la Ópera y ayudó a cuidarlo hasta que recuperó la salud. ¿Era lástima lo que sentía por él? Si era así, él no quería su lastima, y tal vez por eso era tan frío con ella.

Pero él sabía que era más que eso; se había convertido en una amiga cercana de todos ellos... con la excepción de Rainbow Dash que no quería tener nada que ver con ella... aunque Discord había notado que Rainbow Dash estaba menos gruñona estos días.

No, ella no sentía lástima por él, lástima era lo último que sentía hacia él. Discord suspiró, sabiendo que había sido cruel, que había sido despiadado. Sí, él le había advertido que sería duro y le exigiría mucho, pero... había sido cegado por su propio descubrimiento de su voz para olvidar que la voz pertenecía a alguien... y no se había dado cuenta de eso hasta que la tuvo en su poder. En sus brazos contra el piano.

Él gimió al recordar cómo se sentía ella en sus brazos. Estaba temblando ligeramente, pero era por ira y desprecio. No era así como quería sentirla contra él. Discord sabía que era imposible, ella nunca permitiría que tales cosas sucedieran... pero anhelaba sentirla temblar voluntariamente en sus brazos, sentirla hundirse contra él y aferrarse a él para obtener fuerza. Gimió de nuevo y sintió que sus entrañas se agitaban ante el pensamiento, pero rápidamente lo sacudió de su cabeza.

Cuando Rarity le preguntó qué temía, no pudo mirar a los ojos de la yegua, porque la respuesta se reflejaría en ellos. Hace más de veinte años, Discord había visto cómo una yegua de la que se creía enamorado se lanzaba sobre otro semental. Se había sentido tan feliz en aquellos días en los que escribía sus canciones y poemas, mirándola de lejos, dispuesto a protegerla a toda costa si alguien se atrevía a atacar a la bella bailarina. Pero Pinkamena era como todas las demás; un hermoso rostro con dinero la halagó bailando, llenó su cabeza de dulces elogios y en un abrir y cerrar de ojos, estaba boca arriba con las piernas abiertas para el Príncipe mimado. Discord supo desde ese día que el amor era una debilidad diseñada para volver locos a los sementales. Y eso era exactamente lo que estaba experimentando de nuevo con Fluttershy... locura.

Entonces recurrió a tratarla como un objeto en lugar de un ser vivo; después de todo, así fue como lo trataron durante los primeros diecisiete años de su vida. Al ser cruel no podría importarle; y ella llegaría a despreciarlo y odiarlo, lo que aseguraría que los malditos revuelos dentro de su alma y corazón desaparecieran. Pero se equivocó...

Se dedicó a la música, componiendo y dirigiendo, abandonándose en su obra maestra. Escribió cartas a los directores, exigiéndoles que se prepararan para su ópera, sabiendo que no podía esperar; quería que se representara antes de que terminara la temporada. Los amenazó, los asustó, incluso secuestró a Fleur De Lis, y aun así no podía sacarse la yegua de la cabeza. Había llegado al punto en que pudo separar su voz de la de ella misma... pero todo eso cambió cuando ella se negó a cantar y él se volvió violento.