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Abril.


- ¿Fue productiva su tarde de compras? - Samantha se acercó a nosotras en cuanto cruzamos el umbral de la puerta.

- No, para nada -Comentó Ama, a la vez que tecleaba en su celular. Samantha arqueó una ceja y rodeó mi cintura con un brazo.- Resulta que Ari es mucho más terca de lo que parece, hermanita.

- ¿En serio? -Comentó sarcástica. Si habia alguien aquí que sabía sobre mi terquedad, esa era ella.

Ama se limitó a bufarle mientras guardaba el teléfono celular en el bolsillo trasero de sus jeans.

- No me permitió comprarle nada. ¡Nada!

Samantha me miró inquisitiva.

- ¡Pero me compraste cosas igual! -Protesté.

- Sí, pero fue sin tu permiso -Respondió con una enorme sonrisa.- De todas formas, debo irme, Filis me está esperando.

Se acercó a nosotros y besó nuestras mejillas con rapidez. Esa tarde había descubierto que Ama era así. Todo lo que hacía, lo hacía de forma rápida y eficiente. Se alejó junto con dos guardaespaldas, hablando a la velocidad de la luz por teléfono.

- ¿Estás bien? - Samantha tomó mi cintura con ambas manos y me giró, dejándome rodeada por sus brazos, y acercó sus labios a mi frente.- Estás pálida -Susurró, y luego depositó un beso allí.

-¿Pálida? Ah, no, no. Yo sólo.. -Se alejó para mirarme con una ceja alzada- Estoy cansada. Muy cansada. Ya sabes, Ama, las compras. Eso...

Su expresión escéptica no cambió.

- Sabes que eres una mentirosa deplorable ¿Verdad? -Me mordí el labio, pero decidí no alegar nada más. Samantha sacudió la cabeza y suspiró.- Supongo que en algún otro momento me lo dirás. ¿Quieres cenar?

- Lo cierto es que no tengo hambre -Comenté torciendo el gesto.

- Debes comer algo, Abril. Lo llevaré a la habitación.

-¿Tú cenas en la cama? -Se encogió de hombros.

- Sólo cuando estoy cansada.

No pude contener una risita.

Imaginar a Samantha en momentos como esos era algo divertido.

- ¿Se está riendo de mí, señorita Garza?

- Oh, nunca me atrevería a hacer algo semejante, señora Rivera.

Samantha se limitó a rodar los ojos, y luego dejó caer su mano derecha sobre mi trasero, dándome una nalgada y haciéndome chillar.

- Vete a la cama. Subo en un minuto.

Me apresuré a subir las escaleras, y cuando cerré la puerta de la habitación, comencé ahurgar en mi bolso.

Sí, allí estaba la cajita rosa, esperándome.

Suspiré.

¿Lo debería hacer ahora o más tarde?

Más tarde. Mañana, cuando Samantha estuviera trabajando, decidí.

Si lo hacía ahora, estaría toda la cena comiéndome las uñas y eso no sería algo recomendable.

Volví a meter la cajita en mi bolso, y lo dejé sobre el sillón, bien cerrado.

Dios me salve si Samantha encontraba el test.

No, no quería ni pensar en eso.

Me dejé caer sobre la cama, agotada.

Acababa de descubrir que las tardes de compras con Ama eran algo extremadamente cansador. Esa chica no paraba nunca, de verdad.

Suya [ RivAri ] G!P (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora