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...🌠...

No importa lo fuerte que seas, inteligente o exitoso. Todo lo bueno llega a su fin, mi pequeño dragón. La muerte es inevitable para todo y todos en éste mundo.

— ...

Si, es triste. Yo también quisiera quedarme por más tiempo.

— ...

Por supuesto que te extrañaré ¿Me extrañarás tú a mí?

— ...

Me tranquiliza saberlo, significa que he hecho un buen trabajo como madre. Lamento no poder acompañarte en las etapas más importantes de tu vida, mi niño.

— ...

No... no llores... aún no me voy. Disfrutemos este tiempo que nos queda juntos ¿De acuerdo?

— ...

No temas, corazón. Sé que asusta estar solo... pero eventualmente encontrarás a quienes poder llamar familia...

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El viento soplaba veloz bajo sus alas, sacudiendo su pelaje. En el sepulcral silencio en el que volaban, el viento era insoportablemente ruidoso, pero nadie se atrevía a decir ni una palabra.

Milagrosamente, o tal vez porque así lo quiso el sujeto de las vendas, Carmín, Fénix y Caelus escaparon de esa situación tan pronto como Carmín dió la orden de huir. Caelus había soltado una bocanada de humo denso y Carmín aprovecharon de subirse a su lomo, volando lejos del sitio. Si los seguidores de aquel extraño hombre iban a atacarlos o no, no se quedaron a averiguar.

Caelus volaba tan pronto como podía, agitando sus alas de tanto en tanto y aprovechando las corrientes de aire para ir más rápido. Carmín había dicho que todo aquello había Sido una trampa... y eso solo le hacía pensar una cosa: el campamento y todos en él estaban en peligro.

...

... Crecerás y tendrás un lugar al cual llamar hogar...

...

En cuanto llegaron al Campo de Batalla, la escena los dejó aturdidos.

Nunca antes había ocurrido, y hoy estaba pasando. No uno ni dos, sino los tres krills que vivían en esa zona y que nunca sobrevolaban el área del campamento, se encontraban a tan pocos metros de distancia... atacando a quienes vieran a descubierto. Los gritos se escucharon a lo lejos, haciendo eco y estrujando los corazones de los tres que miraban incrédulos.

— ¡Caelus! —Carmín gritó con ira y desesperación en su voz, y el dragón no tardó un segundo más en volar en dirección al desastre.

De un salto, Fénix se bajó de su lomo en medio vuelo, estabilizándose hábilmente en el aire y volando a su lado. El plan era innecesario de decirlo, pues era algo que ya habían hecho antes: desviar la atención de los krills.

A pesar de que esta no era la primera vez que hacían algo como esto, Caelus se sentía inusualmente inquieto.

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Brujo de Alas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora