Extra II: Una decisión difícil.

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En una noche sin luna, con el cielo cubierto por grises nubes, el campamento estaba sumido en silencio, plácidos ronquidos y respiraciones tranquilas mientras los skykids disfrutaban de un calmo sueño. No se podía decir lo mismo de cierto pequeño skytzal, quien hacía tan solo un par de semanas que acababa de llegar al campamento y estaba aprendiendo a adaptarse.

Parte de esa adaptación era dormir a la hora en la que todos dormían.

El pequeño estaba sentado, mirando a las paredes de la tubería en la que estaban, con una expresión de completo aburrimiento y cierto decaimiento. todos estaban dormidos excepto él, así que no había nadie con quien jugar. Tampoco podía escabullirse a comer un poco más, pues las cajas con comida estaban en la zona donde Prisma dormía y para el pequeño skytzal esa chica era algo... intimidante.

Suspiró y abrazó sus rodillas, sintiéndose tan fuera de lugar en aquel campamento. Todos parecían conocerse, se trataban como familia, pero para Caelus eran un montón de desconocidos que a veces jugaban con él y a veces le daban tareas que hacer. Extraño. Pero había un sentimiento persistente con el que Caelus era bastante familiar.

El pequeño skytzal se sentía solo, a pesar de estar rodeado de personas.

Otra cosa que le estaba costando para adaptarse era el clima. Páramo Dorado tenía un clima muy diferente a Planicie Luz de Día. Aquí era raro de encontrar mariposas, aún más raro ver pájaros y muchísimo más raro ver mantas. Tampoco había suave césped donde echarse a dormir, y la pobre luz del sol que llegaba era tan débil que no lograba calentar sus alas. Recordando eso, el pequeño juntó más sus rodillas y se cubrió con la mullida manta que le dieron, buscando mantener algo de calor en sus alitas. Páramo tenía mucha arena, cangrejos y monstruos, Caelus no tenía permitido merodear por ahí y no podía evitar sentirse como cuando las aves no encuentran la salida de una cueva.

Sorbió su nariz, sintiendo las lágrimas enfriarse mientras descendían por sus mejillas. Después de todo, era solo un niño, y había sufrido muchos cambios abruptos en poco tiempo.

Estaba apesadumbrado, sumido en ese remolino de emociones que no sabía expresar, cuando sintió una suave palmadita tocar su hombro. Levantó la manta lo suficiente para asomar la vista y se sorprendió cuando una máscara de toro le miró devuelta.

— Hola, peque. —Susurró la persona detrás de la máscara. A Caelus le asustaba un poco esa máscara, pero el sujeto que la portaba era amable con él, incluso compartiendo dulces y dejándole jugar con sus cosas. En la mente del pequeño, Rossél era mejor compañía que Prisma.— ¿Por qué no estas durmiendo?

El pequeño skytzal lo miró dubitativo, no del todo seguro si hablar o si limitarse a esconderse bajo la sábana. Ante esto, Rossél suspiró suavemente y negó con la cabeza.

— Todos deben dormir a esta hora ¿por qué no lo intentas?

Rossél revolvió afectuosamente el cabello de Caelus y se levantó para irse. Mientras se escuchaba el sonido de las pisadas alejándose, Caelus decidió que, 1. no tenía sueño, y 2. no quería estar solo.

Unos ligeros pasitos apresurados y Rossél sintió un suave tirón en su brazo.

— ¿Ah? —Rossél bajó la mirada, unas garritas se agarraban de su brazo y un par de ojos ámbar lo miraban con atención. El mayor lo sopesó por unos breves segundos.— Si no duermes, estarás cansado mañana, no tendrás energías para jugar con los demás. —intentó convencerlo, mas el pequeño no se movió ni un centímetro devuelta a los dormitorios. Rossél sonrió bajó la máscara, y con voz simpática agregó,— Podrías quedarte dormido por la mañana y saltarte el desayuno. No quieres eso, ¿Cierto? —el pequeño skytzal bajó la mirada, parecía estar pensándolo seriamente, pero al final de todas maneras continuó agarrado firmemente del brazo del mayor.

Brujo de Alas NegrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora