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Era una hermosa mañana el sol entraba por la ventana del chico de cabellos azules, era tarde mas no le importaba mucho, nunca fue de los que se levantan temprano,
Tampoco es que tuviera ganas, ademas era sábado ¿que haria despierto desde tan temprano?
Mas su sueño no le duró mucho mas, su alarma sono y lo hizo despertar.
Aunque lo intento no pudo volver a dormir después de la alarma, mala suerte la suya que olvidó apagar la alarma para ese día.
Se levantó de su cama y decidió ir a tomar un cafe en la cafetería de la esquina, a esa hora ya debería haber abierto.
Encima de su pijama se puso un abrigo y zapatos para salir, no tenía las ganas de alistarse.
Salio de su apartamento y lo hecho llave, salio a paso calmado hacia las escaleras y llegó a la salida del edificio sin ningún problema.
Camino por la calle que extrañamente se encontraba desolada.
Llegó a la cafetería y vio que un chico atendia a todos los demás, solo se sentó en una silla y espero a que el mesero llegará a tomar su orden.
Saco su celular y lo reviso por un tiempo, miro sus mensajes, viendo que su hermano y Marte le habían escrito.
Respondio los mensajes con indiferencia, ahora mismo no quería hablar con nadie.
Escucho un escándalo, mas mucha atención no le tomo, estaba perdido en sus pensamientos.
Pero un chico bajito de ojos cafes lo interrumpió.
-Disculpa, puedo?- dijo tocando la punta de la silla.
-claro- no quito la vista de su celular.
-Bueno y... ¿sabes que es lo que pasa?- apunto hacia el bullicio.
El de cabellos celestes solo nego con la cabeza y miro hacia el lugar.
Se canso de esperar a que lo atendieran, por lo tanto se retiró del lugar dejando a aquel chico sentado en aquella mesa.
Miro hacia el bullicio y lo paso de largo, para volver a su departamento y seguir estudiando.
Al llegar se tropezó con un chico de mechones rojos, cayendo el al pisó.
-Idiota!- elevó la voz al caer al piso.
El chico que llevaba una caja la bajo y ayudo a levantarse al de ojos azules.
-Eh.. Lo siento?- dijo volviendo a levantar la caja que antes llevaba y siguiendo su camino.
El de cabellos celestes también siguió con su camino, en el cual se encontraba al chico con el que había tropezado, hasta que llego a su piso y entro a su apartamento.
Todavía le dolia un poco la caida, mas no pensaría en quejarse frente a los demás.
