Capítulo 3: Deprimido y frío.

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La nieve era muy hermosa en la época de invierno, la verdad, moría porque pasarán estos días de calor infernal y llegará la fría y hermosa nieve.

—Copito, me recuerdas a la nieve —murmuré, mientras acariciaba al lobo en la cama.

Anteriormente, Copito se había transformado en un bello hombre ante mis ojos, pero, no tardó en convertirse nuevamente en lobo.

Al parecer, estaba deprimido, su aroma espectacular lo dejaba muy claro y eso me ponía un poco triste.

—¿Sabías que los fénix podían reproducirse con otras aves y hacer una mezcla de su especie con la otra? —le pregunté y el lobo solo chilló en respuesta.

Acaricié su cabeza por lo que parecía ser mucho tiempo, pero es que era tan suave, pachoncito y hermoso, aunque me parecía muy horrible que su aroma estuviera plagado por el indescriptible olor de la tristeza.

Odiaba eso, porque no podía disfrutar de el como yo quisiera.

—Eres un lobito muy bueno —le dije mientras lo miraba a los ojos y le rascaba las peludas mejillas con cariño, el respondía moviendo su cola ritmicamente a las caricias dadas y eso hacia mover mi corazón de manera extraña.

—Buenas tardes —escuché la voz de la Omega madre y cuando voltee a la puerta, ella había asomado su cabeza —. Debes estar cansado, ¿Te parecería tener una cena conmigo?

—Para ser sincero, quiero quedarme en la habitación de Copito y acariciar su suave lomo, pero, también tengo muchísima hambre —dije con mi estómago gruñendo como si no hubiera un mañana —. Esta bien, iré a cenar con usted.

Con pesar, me levanté de la cama que tenía el sabroso aroma y me despedí del lobo rascando sus orejas.

—Veo que te has hecho amigo de su lobo—me dijo con una pequeña sonrisa que denotaba que eso la hacia feliz —, pero, debo decirte que no me esperaba que le pusieras por nombre Copito —después de decir eso, la Omega madre rompió a reírse a carcajadas, pero mi vista estaba fija en los escalones y el piso en general, era muy hermoso  —. Mi hijo de seguro va a enloquecer.

—¡Oh! No había notado que las escaleras son de roble y tienen detalles con piedras preciosas, que las hacen un verdadero lujo, por lo que me da pena pisarlas—mencioné.

—¿Claro? —la escuché dudar.

—¿No conoce de qué está hecha su casa? ¿Cómo puede ser eso posible? —le pregunté indignado, el roble mágico era un árbol fuerte y frondoso que nunca se podria y no era invadido por bichos.

El roble era sembrado en todas partes del mundo y olía sabroso su madera, esta casa estaba construida con esos árboles lujosos y tenían detalles como pequeñas motas de oro, rubíes, algunas esmeraldas y demás.

—Conozco mi casa —dijo ella con un poco de disgusto.

—Perdón, no era mi intención ofenderla, Omega madre —dije y ella volteo a verme y creo que supo que no le mentía por el modo en que sus hermosos ojos azules escuadriñaban dentro de mí.

—Lo sé, hijo.

Su mirada tenía un poco de compasión  en ella y comprensión, lo que me disgustaba. Muchos al saber mi estado, actuaban como si yo tuviera una enfermedad que me llevaría a la muerte, por eso, a mi madre tal vez no le gustaba yo, por la culpa de lo que la gente insensata e ignorante decía de mi.

—Sí, claro.

La compasión era desagradable a mi forma de ver, querías y esperabas comprender a alguien, pero en el proceso de ponerte en el zapato del otro, terminabas por ofenderlo y destrozar la poca confianza que está persona podría reunir.

Aliviando el corazón del alfaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora