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NARRA EVANGELINE
Después de una nefasta charla con el padrastro de Percy, empacaron sus cosas y nos dirigimos al coche. Ayude a Sally acomodando a Aquiles en su silla de niños y me senté a su lado, después vino Percy y acaparamos los asientos de atrás.
Unos minutos mas tarde, el rubio mayor se quedó dormido; dejándonos a Aquiles y a mi en una charla para ver quien era mejor, si Batman o Superman.
-Evangeline- me llamó Sally.
-¿Si?
-Gracias, por cuidar de mis hijos - su voz tenia un deje de agradecimiento profundo.
-Yo haría esto y mas por ellos.
☀️
Horas habían pasado y cuando el sol se escondió fue cuando llegamos a nuestro destino. Como Percy se había quedado dormido me di en la tarea de despertarlo, cosa que déjenme decirles, no es muy fácil.
-Oye, niño pez - le dije cuando finalmente pude despertarlo. Parecía un poco desorientado, pero lo asocie con que apenas iba despertando.
-¿ Que pasó?
-Ya llegamos - desvié mi mirada a la ventana a sus espaldas y pude ver como caía un aguacero. Genial, pensé.
Vi que todavía estaba medio ido, me cuestione si eso era normal.
-¿Estás bien? - le pregunté consternada.
-Si, si, estoy bien no te preocupes - aunque parecía muy convincente con su habla, algo no me seguía cuadrando.
Me di cuenta de que tanto Sally como Aquiles no se encontraban en el auto, ¿Cuánto tiempo llevábamos hablando? me cuestioné. Percy estaba mirando la lluvia, como pensando en algo, luego se giró para mi y me dijo:
-¿A la cuenta de tres?
Fruncí el ceño los primeros dos segundos, luego entendí a que se refería y sonreí cómplice.
-Uno...- comencé a contar.
-Dos...- siguió él.
-¡Y tres!
Percy abrió la puerta lo mas rápido que pudo y ambos fuimos corriendo hacia la casa que nos esperaba mas adelante. Reímos y casi me caigo en un charco, pero los dos llegamos casi sin mojarnos a la entrada de la casa.
