Tae se sentía atrapado en una situación complicada y llena de emociones contradictorias. A medida que el día del divorcio se acercaba, Tae comenzó a notar que Suga seguía mostrándole amor y afecto, pero una parte de él se preguntaba si era genuino o simplemente por lástima.
Cada gesto cariñoso de Suga, cada palabra amable, generaba confusión en el corazón de Tae. Se preguntaba si Suga realmente lo amaba o si solo estaba tratando de compensar el dolor que la separación les causaría a ambos. Esta incertidumbre lo llenaba de tristeza y hacía que se cuestionara si su relación había sido verdaderamente significativa.
Consciente de que solo quedaba una semana antes de que llegaran los papeles del divorcio, Tae tomó una decisión difícil pero necesaria. Le pidió a Suga que se fuera de la casa que compartían, necesitaba espacio y tiempo para reflexionar sobre sus sentimientos y aclarar sus pensamientos antes de seguir adelante.
El silencio en la casa era ensordecedor. Tae se encontraba solo, rodeado de recuerdos de su vida juntos. Cada objeto, cada fotografía, le recordaba los momentos felices y los obstáculos que habían enfrentado juntos. Aunque el dolor de la separación era abrumador, también sentía un atisbo de esperanza en su corazón. Tal vez, alejarse de Suga y regresar a su casa de la infancia le permitiría encontrar respuestas y sanar su corazón roto.
Mientras tanto, Suga también estaba lidiando con sus propios sentimientos encontrados. Aunque había aceptado la decisión de Tae de separarse, no podía evitar preguntarse si había sido suficiente para él. Se culpaba a sí mismo por no haber sido capaz de mostrarle a Tae el amor que realmente sentía, y se preguntaba si había perdido para siempre la oportunidad de recuperar su amor.
