4. Solo un poco

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Al llegar a casa, Clara encontró a Manuel leyendo tranquilamente en el salón. Clara se descalzó y se dejó caer en el sofá, su rostro reflejaba una mezcla de exasperación y diversión maliciosa. Tomó un polo de limón del congelador y comenzó a relamerlo, el sabor ácido en su boca le recordaba de alguna manera su reunión con Laura.

"Te acuerdas de Laura, ¿verdad?", empezó Clara, su voz tintineaba con anticipación. "Nos encontramos hoy en la cafetería. Ha cambiado mucho. De hecho, ha engordado una barbaridad."

Clara se situó entre las piernas de Manuel, adoptando la postura casi de un gato, era la forma habitual que tenían de sentarse en ese sofá tan pequeño.

Manuel la miró, con ojos llenos de sorpresa ante la insensibilidad de su novia.

-No deberías juzgarla así.-, respondió Manuel, -Cualquiera puede engordar, es algo natural.- Clara rió, su risa sonaba hueca y sin corazón.

-Natural o no, parece que se ha comido una ballena.

Manuel frunció el ceño, una ola de descontento surgió en él. -Clara, no eres precisamente un ejemplo de vida saludable. ¿Cuanto hace que tú no haces deporte? Dios no lo quiera, pero con el ritmo de vida que llevas podrías acabar igual que ella.

¿Estas comparándome con Laura?- gritó Clara. Rápidamente se reposicionó en el sofá con un movimiento torpe pero contundente.Manuel suspiró, un gesto de paciencia gastada.

-Eso no es lo que intenté decir, Clara. Pero no puedes tratar a la gente de esa manera. Laura es tu amiga.

-¡Ella era mi amiga! Y tampoco tanto...- se defendió Clara - Yo siempre supe que no tenía control sobre su vida. ¡Mira cómo ha acabado! No quiero nada con alguien que no respeta su cuerpo."

El tono de Clara se elevó, sus palabras rebotaban en las paredes de la habitación con un tinte agudo. Manuel podía ver la ira en sus ojos, un reflejo de la frialdad con la que hablaba de Laura.

-Esa chica está pasando por un mal momento. Y en vez de simpatizar, te burlas de ella. Eso no está bien.

-Bien o mal, no es mi problema. ¡Y ciertamente no te permitiré insinuar que llevo una vida poco saludable!- Clara interrumpió -Mi cuerpo es perfecto tal y como está."

-No me estás entendiendo, Clara. No te estoy criticando, sólo intento hacerte ver que nadie es perfecto, que todos tenemos problemas y que debemos ser compasivos con los demás.

La respuesta de Clara fue un grito ahogado, un sonido que Manuel no había oído antes.

- ¡No necesito tu compasión!

La ira en la voz de Clara se había disipado, sustituida por un temblor que Manuel no sabía cómo interpretar. La habitación quedó en silencio, el sonido del televisor se había apagado en algún momento durante la discusión.

"Adios", murmuró Clara finalmente, su voz apenas audible en la tensa quietud que se había instalado. El sonido de sus pasos descalzos se perdió en el pasillo, dejando a Manuel solo con sus pensamientos.

Después de la discusión, Clara se quedó en silencio en la cocina, sosteniendo su polo de limón en la boca. El sabor ácido contrastaba con los pensamientos amargos en su cabeza. "Manuel es un idiota, no sabe de qué está hablando", pensaba Clara mientras caminaba lentamente hacia el baño, el eco de las palabras de Manuel todavía resonaba en su cabeza.

Se puso frente al espejo, observándose a sí misma. Clara se movía de un lado a otro, estudiando su reflejo, buscando la confirmación de que Manuel estaba equivocado. Levantó su camiseta, con el palo del polo todavía en la boca. "No ha cambiado nada. Soy la misma de siempre."

Se desabrochó el vaquero y se quedó mirando su vientre. Dejó que su barriga saliera naturalmente, observándola en el reflejo del espejo. Vio las marcas del vaquero apretado en su piel, una visión que la descolocó un poco. Clara frunció el ceño, sus ojos se entrecerraron mientras estudiaba las marcas. "¿Desde cuándo están ahí?", se preguntó, mientras un sabor amargo se mezclaba con el dulzor del polo de limón.

Y entonces se prometió a sí misma, mirándose en el espejo, que nunca se vería como Laura. No sabía si lo decía por miedo a convertirse en lo que tanto despreciaba, o por rencor hacia Manuel, pero las palabras se formaron en su mente como un juramento. "¡Nunca voy a engordar! ¡Nunca voy a ser como Laura!"

Pero, al intentar abrochar los vaqueros de nuevo, tuvo que esforzarse un poco más de lo normal. Lo suficiente. Sólo un poco.


Sólo un poco - [Feederism] ESPDonde viven las historias. Descúbrelo ahora