The Skirt (2/2)

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Hay una especie de electricidad en el aire, todo se siente pesado y estimulante hasta el límite.
El mayor regresa a la cama, lleva en la mano una pequeña botella de lubricante, la coloca sobre la cama y se vuelve a acomodar al igual que antes. No ha pasado una semana completa cuando Bill recibe otro paquete equivocado, o al menos es lo que piensa al revisar el contenido nuevarmente. Adentro de la caja se encuentran tres diferentes tipos de faldas, de color rosa claro, azul, verde pastel y cada una con un corte distinto.

Todas faldas extremadamente cortas.

Gime frustrado en voz alta, no hay forma de que otra vez se hayan equivocado de domicilio, por lo que lo primero que piensa es que debería de regresar todo a su lugar y mandar el paquete de vuelta con la esperanza de que nadie se dé cuenta de la forma en que se le ponen las mejillas rojas al recordar la comodidad de la otra falda que aún se encuentra escondida dentro de su armario.

Es un buen plan, o lo era hasta que revisa las etiquetas blancas pegadas al costado de la caja y se queda completamente helado. Toda la sangre de su cuerpo fluyendo con un ritmo considerablemente más rápido.

No puede ser.

No

No

No

Ahí, en la etiqueta del destinatario aparece su nombre, escrito con letras mayúsculas para que todo el mundo pueda verlo y posterior a eso poder juzgarlo por estar recibiendo extraños paquetes con contenido sedoso y cómodo que de ninguna manera debería de estar pensando en usar.

Entonces, un poco conmocionado todavía, revisa con más detalle la etiqueta y definitivamente siente que está teniendo un mal sueño, porque lo que encuentra es que la dirección a la que está dirigido ese paquete es correcta, es la dirección de su casa.

Con la cabeza un poco más fría, toma el teléfono celular que dejó abandonado sobre el escritorio, se mete a la cámara y toma una foto del paquete que permanece sobre la cama. Después, como si no se sintiera extrañamente acalorado por la situación, va al contacto de Tom y envía la foto, solamente porque puede hacer lo que se le dé la gana. Después de pensarlo un poco se decide por enviar un mensaje.

Deberías estar avergonzado de esto, nunca pensé que serías un bromista.

El envía el mensaje y un momento después se decide por ver con detenimiento cada una de las prendas. Una tiene bordadas pequeñas flores a lo largo de la pretina, pero además de eso son de colores sólidos, nada demasiado exagerado, son casi como algo que usaría. Se encuentra pasando la mano sobre la tela suave cuando el teléfono hace un sonido de notificación y un momento después se ilumina la pantalla.

Deberías medírtelas, podemos cambiarlas si no te gustan. Dice la respuesta.

Bill se queda atónito, todavía no entiende muy bien lo que está pasando, pero todavía tiene la sensación de que Tom se ha estado burlando más de lo que debería. Se detiene un momento, recuerda perfectamente el otro día y una sonrisa maliciosa se plasma en su rostro como si todo el mundo estuviera en la palma de su mano.

Porque tiene una idea.

Una idea que involucra burlarse de Tom por ponerse duro con tan solo un una mirada a Bill en una bonita falda, obviamente sin usar ropa interior. Comienza a quitarse los pantalones en un instante, demasiado rápido por la urgencia de no hacer espera al hombre lobo estúpido que decidió jugar con él.

Se pone la primera falda, es circular y le queda justo a la mitad de los muslos. Se pone frente al espejo de cuerpo completo junto al armario y busca una posición adecuada. Con una mano sostiene el teléfono a la altura del pecho, con la otra agarra la orilla de la falda en un puño y lo desliza hacia arriba hasta que queda le al descubierto completamente el muslo y un poco de su pene ligeramente endurecido por la adrenalina y calor del momento.

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