CAPÍTULO 7

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El odio fluye como el fuego dentro de su cuerpo. El rencor arde en sus ojos enrojecidos ante la mujer postrada en el suelo. Anira no tiene intención de apartarse de Dalila sólo desea acabar con ella. Le presiona el cuello con sus manos causándole asfixia y un dolor en la tráquea cuando sus huesos empiezan a cerrarse.

Necesita moverse o terminarás muy mal.

Su débil cuerpo intenta aferrarse a las manos de Anira, intenta apartar como puede sus manos, sin importar la piel que desgarra al arañar sus brazos.

—¿Por qué? —los gruñidos que suelta Anira ya no le pertenecen. Se siente ajena a ella misma —¿Por qué lo hiciste?

—¿Por…qué? —jadea Dalila sintiendo su vista nublarse ante la falta de aire —Me arrebataron… todo.

—No hicimos nada, tu sola te condenaste.

Es tanta la fuerza que ejerce sobre Dalila que el cuerpo se hunde un poco más en el fango. Una persona ordinaria no podría soportar tal impacto.

—Mi hermana…

Las lágrimas empiezan a brotar de los ojos de Anira mientras se revela la verdad ante sus ojos.

—¿Cómo puede haber tanto odio en tu corazón?

A Dalila no le importa en lo más mínimo ese reproche a pesar de ya el miedo invadir su cuerpo roto y destruido, no pudo evitar sonreír a la mujer que le arrebata la vida. A logrado lo que quiere, a logrado que el odio surja de la persona más pacifica y eso le está gustando.

La acción provoca una confusión en el rostro de Anira.

—¿Qué se siente…? —jadea Dalila —¿Qué se siente sentir… odio cuando… hubo solo paz?

Y como un golpe a su realidad Anira mira sus manos, lastimadas, manchadas de sangre y de un color oscuro  presionando con fuerza el cuello de Dalilia. ¿Por qué? ¿Por qué hace eso? ¿Por qué siente tanto odio? Siente tristeza en cuanto afloja las manos, negándose a sí misma lo que esta ocurriendo. Una acción suficiente para que las manos de Dalila la empujen lejos y así, poder liberarse.

Se irguió llamando a sus demonios y en la distancia le sonrío a su hermana.

—Quiero ver como batallas con eso dentro. Ya no podrás controlar tus impulsos cuando me veas. —se acaricia el cuello, pero no evita sonreír —El odio te consumirá hasta ya no recordar lo que fuiste antes de eso.

Y como si fuese neblina en el campo desaparece. La risa escuchándose en el viento.

—Nos vemos pronto, mi dulce Anira.

No pudo contener su llanto. Se desploma de rodillas en el suelo y se aferra al fango como si eso pudiese consolarla. Se siente corrompida, su templo de paz a sido profanado, el odio se expande como las raíces de un árbol al creer, pero esta vez con hojas marchitas, con raíces secas y ramas débiles que el viento puede romper.

Se siente mal al descubrir que dejó entrar el enemigo a su corazón en el momento más vulnerable. Dejó entrar a ese ser a sus recuerdos más recónditos para que se apoderará de sus pensamientos. No tiene recuerdos felices, intenta buscar en su memoria, pero no encuentra más que la imagen de su hermana tendida en el suelo ya muerta.

En los huesos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora