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No llores, planea.
□□□□□□□☆□□□□□□□Mexico, al suroeste de Xxxx
Año 19xx
-Hey, tu Leone, ¿qué crees que estás haciendo? ——Aquel soldado permaneció quieto mirando directamente al sol ignorando el leve ardor producido por verlo. -¡Apresúrate!
Esa esfera ardiente y brillante, nunca sería suya. Pudieron haberlo conseguido, pudieron haberse ido de aquí y caminar junto al sol, pudieron haber acabado con ese maldito Joestar pero terminó siendo todo lo contrario, él había acabado con aquellos tres; uno por uno y ella había tenido la suerte de esconderse por ordenes del mayor de ellos.
Y si hubieran acabado con él como ella dijo nada de esto hubiera pasado. Estarían vivos, ahora estarían celebrando, mirando el sol con un buen vino.
Aún así debía de aceptarlo, sus compañeros ya no existían, solo había rastros de sus existencias.
Sin soldados, ni compañeros de su especie, apretó su labio con fuerza queriendo despedazar todo artículo a su alrededor, de ese modo termino gritando desde lo profundo de su garganta seguido de un llanto profundo y ahogado. Por que aquello era lo único que podía hacer en esa desagradable situación.
Llorar, llorar como nunca lo había hecho, gritar hasta que la garganta le ardiera y quedará sin voz, tirar todo para tratar de llenar aquel hueco a sangre viva en su corazón.
El hombre que le había hablado camino molesto hacía aquel hombre delgado y flacucho, su aspecto conforme se acercaba era la de un muerto, esa piel pálida casi azul acompañada de un olor a flores marchitas lo descolocó.
¿En tan pésimo estado se encontraba aquel soldado por combatir a los muertos vivientes?
-Te estoy hablando Leone. ——Puso su mano en el hombro de aquel hombre lloroso sin percatarse de causar su propia muerte y la de todo un batallón.
[...]
Las manos sucias manchadas de sangre inocente no la asusto, pero si la tranquilizó a una gran medida.
Ese pequeño batallón que había quedado para guardar cada hallazgo de la lucha del Joestar contra Kars fue asesinado a sangre fría en pleno día, caminado en las sombras del campamento encontró las pertenencias de sus compañeros.
Incluso los ojos de Wammu se hallaban iluminados con luz ultravioleta, no lo pensó mucho cuando su mano sujeto aquellas dos esferas de piedra.
Las pegó contra su pecho, esos ojos no podrían regenerar un cuerpo entero, aunque... tal vez.... caminando lentamente a la única persona que quedaba viva, le arrancó los ojos sin temor y colocó los de Wammu en su lugar no sin antes amarrarlo.
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𝑨𝒓𝒓𝒂𝒏𝒄𝒂 𝑳𝒂 𝑹𝒂𝒊𝒛.
Fanfiction𝐴𝑅𝑅𝐴𝑁𝐶𝐴 𝐿𝐴 𝑅𝐴𝐼𝑍. Bajo el amargo sentimiento del resentimiento junto al manto de la soledad yacía una mujer mirando a la nada misma en una noche plenamente oscura. Pese a ser de noche faltaban pocas horas para la salida del sol. ...