Único

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Hoy iba a ser un día horrible, de eso estaba seguro. Es decir, ¿por qué a Taehyung se le había ocurrido que sería buena idea viajar por 4 horas en un auto diminuto? Y peor aún, ¡el día de su cumpleaños!, todo era horrible.

Jimin prefería quedarse el día de su cumpleaños encerrado en la habitación leyendo un buen libro con una taza de té a un lado, según él, era el panorama perfecto, no ruido, no llamadas telefónicas incómodas y no estar sentado con una falsa sonrisa mientras todos le cantan la canción más horrible jamás creada. Pero al parecer para Taehyung eso era lo peor que podía suceder y decidió arrendar una cabaña en el bosque para celebrar una fiesta en honor a su hermanito.

Jimin podía dejar pasar eso, de verdad que podía salir un día de su cueva y beber un poco y quizás divertirse, pero lo que no podía tolerar era a Jungkook por más de una hora.

Jungkook era el mejor amigo de Taehyung hace 4 años, desde que ingresó a la Universidad, seguía odiándolo igual o más que el primer día, y es que, ¿cómo no odiarlo cuando la vez que se conocieron Jungkook le había tirado su valioso batido de vainilla en la cabeza y se había reído de él?

De verdad su odio llegaba a niveles impresionantes, pero lo bueno es que era mutuo. Obviamente, Jungkook lo odiaría de vuelta cuando "accidentalmente" le cortó un mechón de cabello y tuvo que recortar sus rizos que antes les llegaban a los hombros y que ahora llevaba corto. De cualquier manera, el maldito se veía increíble.

Sin embargo, Jimin tenía un pequeño —de verdad pequeño, muy muy chiquito— enamoramiento por él.

¿Cómo no estar enamorado de él? Tenía sus cosas malas, pero igualmente tenía cosas buenas, como por ejemplo cuando le regaló su cama a una familia que no tenía donde dormir y él prefirió dormir un mes en su sofá. O cuando gastó todos sus ahorros en comprar una casita para los perritos de la calle.

Quizás su enamoramiento no era tan pequeño, pero nadie tenía que saber eso. Jimin debía seguir tratando de hacerle la vida imposible al mejor amigo de su hermano, porque sabía que, si no lo molestaba, Jungkook jamás notaría su presencia, no cuando tenía a chicas y chicos mucho más bonitos que él. No llamaría jamás la atención de nadie con su abdomen inflado, caderas anchas y bracitos tan gordos.

Involuntariamente, hizo un puchero, odiaba cada parte de él, y por más que lo intentara no había manera de eliminar esos pensamientos. Estaba aburrido de llorar por odiarse a sí mismo, ni siquiera recordaba la última vez que se sintió cómodo dentro de su propio cuerpo.

Con esos pensamientos tristes se levantó de la cama, debía prepararse para la fiesta.

Se dirigió a la ducha para perfumar su cuerpo, hizo sus necesidades y salió en dirección al pequeño armario que tenía. Comenzó a rebuscar que ponerse y se decidió por una pequeña falda tableada de color blanco, unas medias blancas que le llegaban hasta el muslo y un hoodie verde Adidas. Se puso un poco de rubor en sus mejillas regordetas y un poco de brillo labial. Giró sobre su propio eje y se vio en el espejo, se sentía cómodo, pero había algo que no le gustaba. Estaba a punto de cambiarse de ropa cuando escuchó un grito desde el piso de abajo.

—¡Jimin, apresúrate, Jungkook ya llegó y los chicos te esperan afuera! —gritó Taehyung antes de salir de la casa.

—¡Demoraré 20 minutos más solo porque está Jungkook! —contestó mientras se aguantaba una risa.

—¡Pequeño bastardo, baja ahora o subo y te bajo a patadas! —le respondió Jungkook gritando.

—¡Uy, qué miedo! ¡¿Por qué mejor no me bajas a azotes en el culo?!

—¡Baja ya, enano de mierda!

Jimin soltó una carcajada y bajó corriendo las escaleras, en la puerta lo esperaba Jungkook con una cara seria, pero con sus ojos negros brillantes.

in the car  ۶ৎ  kookminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora