♡ Dia 1: Abrazo ♡

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¿Cuánto tiempo había estado allí? 

¿Días, semanas, meses?

Cellbit ya no lo sabía con exactitud. Lo único que podía hacer era pelear, una y otra vez. Enemigo tras enemigo, hiriendo por completo su sensibilidad, destrozando su cordura. Su cuerpo estaba agotado, sus manos sucias y lastimadas por la lucha. A pesar de todo, seguía luchando firme como si todo aquello no importase.

Lo único que podía mantener su poca cordura era el recuerdo (Que se sentía muy lejano) de todos aquellos a quien Cellbit amaba: Richarlyson, Bagi... Roier.

Si había un dolor más grande que el de su cuerpo al borde del colapso y las innumerables heridas que se había hecho en esa isla era el que sentía dentro de su alma, en lo profundo de su corazón. Los extrañaba a todos demasiado, pero en especial a él, a su marido. Cellbit sabía con certeza el dolor que Roier sentiría en aquellos momentos: Seguramente se sentiría solo, abandonado y de alguna manera Cellbit tenía un mal presentimiento más allá del daño emocional que sufría su marido... había algo más, algo que lo perturbaba.

La sangre de aquellos seres asquerosos manchaba su cara, se sentía vacío, como un recipiente que una y otra vez se movía, esquivaba, golpeaba, pero en verdad no sentía un verdadero control sobre su cuerpo. O al menos no hasta aquel glorioso día.

Una explosión resonó con fuerza en todo el lugar, sonaba como el romper de las cadenas que privaban a Cellbit de su libertad, de su vida. Y entonces fue cuando lo vio: Su hijo, Richarlyson mirándolo desde el medio de aquel agujero provocado por la explosión, parado entre los escombros.

Cellbit sintió que volvía a ser él, que tomaba las riendas de su cuerpo una vez más. Entonces fue consciente de todo: Baghera, Pomme, Richarlyson, todos corrían hacia el interior de la muralla agujereada por la que los niños habían entrado. Estaban allí para salvarlos, para llevarlos a su hogar.

Y de pronto, sentado sobre una balsa improvisada junto a los demás, Cellbit sintió que la vida ya no era tan mala.

...

Los cuatro llegaron a un nuevo lugar, blanco y resplandeciente (Incluso dolía mirarlo). Cellbit aún estaba algo aturdido por todo lo que había pasado, pero lo primero que atinó a hacer fue abrazar a su pequeño niño. Tenía tanto miedo. Miedo de que todo sea un sueño, una fantasía, una mala jugada que le había hecho su mente, una alucinación. Temía que en cualquier momento todo aquello fuera a desvanecerse y volviese a estar en aquel infierno, luchando hasta el cansancio.

Sin separarse ni un centímetro de Richarlyson, como si cualquiera podría quitárselo de las manos, Cellbit se dirigió a lo que llamaban "Spawn". Se percató que era un lugar completamente distinto al que vivía antes, era muy elegante y parecía bastante normal. Pero Cellbit jamás se fiaría de un lugar creado por la federación. 

En aquel lugar Cellbit descubrió a los nuevos empleados: Conejos antropomórficos. Se le revolvió el estómago al recordar a Cucurucho. Los estuvo evadiendo lo más que pudo, se metió dentro de distintas tiendas que allí estaban, escapando de las encuestas que aquellos seres querían realizarle. Fue cuando estaba metiéndose a la última tienda para esconderse que Cellbit lo vio.

Era Roier.

Por unos segundos que pasaron lento en la mente de Cellbit lo contempló: El joven de cabello castaño sonreía alegre mientras hablaba con Pepito. Los ojos de Cellbit brillaron al verlo y no pudo evitar que los mismos se pongan brillosos. Era él, su único y más preciado amor, tan bello como lo recordaba en aquellas nostálgicas escenas que pasaban por su mente cuando luchaba en la isla.

Sin dudarlo ni un momento más, Cellbit se abalanzó directamente hasta la dirección de Roier y lo abrazó. Lo rodeó con sus brazos y lo apretó como si no quisiera que se vaya nunca de su lado, sintió la calidez del otro, como los suaves mechones de pelo del joven le rozaban la cara, su aroma... Su rigidez.

Se sentía... mal.

Algo no estaba bien.

¿Quién era esta persona?

No era él.

30 días OTP - GuapoduoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora